Sin embargo, una serie de hechos que se remontan a años atrás lo tienen en una situación desesperada, y, en la oscuridad de una habitación de hotel en una de las orillas del Danubio (no recuerdo si era en Buda o en Pest), se sienta en el escritorio. Tras haber visto a Matías, antiguo amigo y compañero durante una adolescencia que entonces (como todas) parecía eterna, decide iniciar una interminable carta de despedida en la que detalla (a Matías y a todos nosotros) los pasos que lo llevaron a esa desesperación, que parece no tener salida.
¿Conoces a Lajos Zilahy? ¿Habías escuchado alguna vez su nombre? ¿Te viene algún título a la mente cuando lees el nombre del autor? Todas esas preguntas me resuenan en la cabeza una vez acabo de terminar un libro intenso que me tuvo en vilo desde las primeras páginas ¿Cómo es posible que un lector habitual (seguramente como tú, si lees estas líneas) no conociese nada de Zilahy? Algo falla en el mercado editorial actual si obviamos el enorme talento que acabo de disfrutar.
Lajos Zilahy, ya lo puedo decir, es un enorme autor, merecedor de un protagonismo del que ahora mismo carece (se me ocurren varias editoriales que pueden echar mano de su extensa obra, pero quiero nombrar a la que me viene primero a la cabeza: Trotalibros) para que los lectores tengamos a mano un desarrollo de personajes digno de ser leído (en muchas ocasiones me recordó a otro autor similar que sí está consiguiendo el estatus que merece, Stefan Zweig, y a su novela también epistolar publicadas ambas el mismo año). Y, aunque no me haga caso ninguna editorial, tal vez podamos seguir tirando de las ediciones antiguas en las que sigue viviendo un talento digno. Una lectura deliciosa, que me ha encantado e impactado.