La profesión o vocación de
escritor suele contener entre sus miembros a un buen porcentaje de personas
apasionadas, que son capaces de imprimir la mayor de las intensidades a su modo
de vida. Como consecuencia de ello, algunos de esos escritores emprenden caminos
que los llevan a vivir una existencia con ciertas dosis de turbulencia, llegando en
algunos casos a convertirse en adictos a diversas sustancias.
Además, algunos de ellos se
encontraban e incluso hicieron uso de los efectos que en ellos producían dichas
sustancias para generar parte de su obra literaria, mientras que otros se
limitaron a separar sus escritos de sus vicios.