La pequeña comunidad rural de West
Annett necesita un nuevo pastor para una de sus iglesias (lo siento pero me
pierdo en el extenso catálogo de religiones que existen así que tan solo diré que es una de las
que reconocen la figura de Cristo) y han pensado en el joven y prometedor Tyler
Caskey. Como primera toma de contacto miembros destacados de la activa sociedad local
organizan una cena a la que invitan a Tyler y a su esposa, Lauren, y en la que
el ministro eclesiástico causa buena impresión.
A raíz de ello, deciden darle una
oportunidad y le permiten oficiar el sermón un domingo. Su capacidad de
oratoria genera impacto entre los fieles, acostumbrados a sermones soporíferos y no tan estimulantes y reflexivos como el que les ofrece Caskey y deciden contratarlo inmediatamente.
Por ello Tyler y Lauren se mudan al pueblo, a la vivienda que les proporciona
la Iglesia, situada en una remota y destartalada granja. Estamos en la década de los 50. En esa granja viven unos
primeros años en los que tienen dos hijas, pero la enfermedad y posteriormente
fallecimiento de Lauren lo cambia todo. Tyler ha de lidiar con el vacío que eso
supone y con la imposibilidad de criar él solo a sus dos hijas. De hecho ha de separarlas ya que esa incapacidad (incluso económica) precisa de la ayuda de su propia madre. Tal vez la
sociedad de West Annett, a la que tanto ofreció Tyler desde que llegó a
instalarse entre ellos, le devuelva la moneda de la misma manera. Pero para
saber eso tendremos que leer el libro que traemos hoy.