A través de la escritura, algunos
autores son capaces hacernos sentir lo escrito como si formásemos parte de
ello. Por medio de precisas y preciosas descripciones, asistimos a paisajes y
escenarios como si estuviesen ante nuestros ojos, deleitando con ello nuestros sentidos de la vista y del tacto, y siendo parte fundamental del estilo narrativo de muchos
escritores.
Hay también creadores que son incluso
capaces de poner en funcionamiento nuestro sentido del olfato, y una de las
mejores pruebas de ello es la cantidad de aromas agradables y otros tantos
desagradables con los que Patrick Süskind nos introdujo en el “Evanescente
Reino de los olores”, olores que el protagonista Jean-Baptiste Grenouille es
capaz de sentir con mayor intensidad que los demás, y cuya historia nos es
contada en “El perfume”, convirtiéndolo
en un Best Seller dotado con una buena dosis de originalidad, y que perduró en
las listas de los más leídos en los años ochenta y noventa del siglo pasado.