Evidentemente, te
habrás dado cuenta de que no es la que estoy siguiendo, y es que estoy un poco
perdido en este aspecto. La razón es que la historia se basa en las impresiones
del propio autor (Theodor Kallifatides) en uno de sus viajes a su tierra natal,
en Grecia, para visitar a la familia que le queda. En el apartamento en el que
vivió de adolescente, situado en Atenas, se encuentra Antonia, su madre, que ya
ha cumplido 92 años. Su hijo pequeño, Theodor, tiene ya casi 70, aunque para
ella sigue siendo su niño.
Un niño ya bastante crecido, escritor de éxito en Suecia, en donde vive desde su época de estudiante. Además, aprovecha ese viaje para intentar tomar notas de la que será una posible historia: la reseñada hoy. Un homenaje a su madre, y una construcción de su familia a partir de sus propios recuerdos, los de su madre, los de su hermano y los de su hace tiempo fallecido padre, que los dejó escritos en unas anotaciones que Theodor le solicitó antes de su muerte para que quedase constancia de su vida. Paseando en los lugares de su infancia recordaremos con él los sabores de entonces, mientras las ruinas de las pocas casas que todavía no fueron reemplazadas funcionan como una metáfora perfecta del paso del tiempo.
“Tú dime que vendrás a verme, y
yo no me moriré nunca.”
A pesar de ser
consciente de que esta reseña jamás hará honor al libro (me pasa con los que
más me impactan, siempre me parecen injustas e insuficientes) sí he de señalar
que acabo de terminarlo y que, al contrario de lo que suelo hacer, no quiero
dejar pasar ningún tiempo antes de ponerme a redactar estas líneas. El inicio
del libro se me hizo un poco cuesta arriba, ya que a mis ojos no sabía qué me
podía esperar, y la falta inicial de interactuación entre personajes me hizo
temer una lectura monótona (aunque didáctica). Sin embargo, la perseverancia en
la lectura tuvo su premio.
Además de ello, al
repasar las frases que fui reuniendo porque me impactaron me doy cuenta de que
el escritor griego afincado en Suecia (brillante también cómo compara las
formas de ser de los habitantes de ambos países) pertenece al grupo preferente
de los autores de este siglo: hay artesanos de la literatura, hay personas que escriben
historias (algunas apasionantes y exitosas) y hay ESCRITORES. Theodor
Kallifatides es exactamente un escritor con mayúsculas. Y él, su madre, su hermano y su padre se han ganado un emotivo lugar dentro de mí.