Una vez pasada la advertencia, en
la novela que traemos hoy (que no es autoficción como el propio “Madres e hijos”
y otros títulos de Theodor) se nos presenta a Christos, un emigrante griego e
inmigrante en Suecia que, dada la inestabilidad de su país en la década de los 60 (y desde entonces) y de las pocas
posibilidades de futuro que ve ante una más que probable cercana dictadura,
decide aceptar una beca en el país nórdico para estudiar en la universidad
Historia de las ideas. Aprovechando esa beca emprende un viaje que está lejos
de ser ideal.
En Estocolmo ha de malvivir hasta
límites que no creía capaz de alcanzar, y ha de mantener su paupérrima
existencia con tal de vivir su sueño y no regresar a Grecia. El hándicap del
idioma y el habitual (y tan en boga hoy día) rechazo al inmigrante lo mantienen aislado y tan solo tiene el apoyo de Thanasis, griego y
estudiante como él pero de una carrera económica con el que conserva el placer
de hablar su idioma y de compartir un espacio en el que ambos pueden sincerarse
y sentirse escuchados y comprendidos. El sueño de Christo, que es ser escritor, parece muy lejano y difícil mientras olvida parte de su idioma y se le atraganta parte del nuevo.
Como decía al principio, comencé
la lectura de “Amor y morriña” ilusionado ante el que puede ser uno de los
últimos títulos que publique el anciano autor. Esta vez en forma de novela. Y
lejos de salir decepcionado salí maravillado de la lectura. Es difícil expresar
para mí lo que es leer a Kallifatides (griego que emigró de joven a Estocolmo y
decidió quedarse allí… ya has leído algo parecido en los párrafos anteriores)
pero es algo así como escuchar a un familiar inteligente, sabio diría, dar
lecciones de vida mientras cuenta una historia. Porque en cada libro de
Kallifatides hay mucha sabiduría, muchos pensamientos expuestos y muchas
preguntas que nos dan carnaza para pensar.
Además ese ejercicio se ve ampliado con infinidad de
pensamientos filosóficos que van regando la lectura, y que hicieron que me
arrepintiese desde bien pronto de no coger un lápiz e ir subrayando las frases
que con tanto mimo y tanta sabiduría nos regala el anciano griego. Lo
solucionaré en la segunda lectura. Creo que sería injusto terminar de hablar del libro sin mencionar la excelente traducción realizada por Carmen Montes y Eva Gamundi para regalarnos una agradable lectura en nuestro idioma.
Supongo que si has llegado a este
punto de la reseña eres un lector o lectora habitual. Tengo que decirte algo
que puede sonar raro: si no has leído a Kallifatides creo que te estás
perdiendo una parte importante de la lectura. Puede gustarte o no, pero hay que
leerlo; es de esos autores o autoras que hay que tener en la estantería y
probar si nos llega o no (no solo él, seguro que se te ocurren muchos nombres
que encajan aquí). Así que si quieres ser lector o lectora completa, ve
pensando en hacerle un hueco. “Amor y morriña” es una buena manera de empezar
con él. Pero, por si acaso, empieza la lectura con un lápiz.