La Nueva York de finales del
siglo XIX es una ciudad cuya esfera más alta en cuanto a lo social se refiere
todavía conserva estrictas costumbres (no ancestrales debido a la corta historia
del país que la cobija) y las familias más destacadas de la burguesía, los
denominados patricios, suponen una especie de bloque inquebrantable que ha de
luchar con la llegada de familias de nuevos ricos dispuestos a prescindir de dichos
convencionalismos.
Newland Archer, nuestro
protagonista, es miembro de una de la más destacadas familias
patricias. Con una exquisita educación, y con las creencias que le fueron
inculcadas durante toda su vida, Newland disfruta del encanto de la rigidez en
los modales de los de su entorno/clase y se adapta a la perfección a la vida de emociones contenidas a la que está destinado.