domingo, 6 de diciembre de 2020

"La perla", de John Steinbeck

 

El autor que resultó galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1962 fue John Steinbeck, que tuvo una extensa y variada obra en la que se pueden destacar un buen puñado de títulos. Con tan solo mencionar libros como “Las uvas de la ira”, “Al este del edén” o “De ratones y hombres” nos podemos hacer una buena idea del talento que poseía el autor de la comarca de Salinas, uno de los escenarios habituales en sus libros. Sin embargo, en esta novela corta que visitamos en estas líneas el autor nos traslada a otro escenario, ya que está basada en una leyenda que llegó a sus oídos.

 

Así, nos encontramos en la ciudad mexicana de La Paz, en la costa pacífica, en la parte sur de la Baja California. En una época indeterminada, sus habitantes viven del mar, dedicándose a la pesca o, como es el caso de nuestro protagonista, a la búsqueda de perlas entre las ostras que habitan el fondo de su costa. Kino, que tan solo cuenta con una piedra, una cuerda, una barca y sus pulmones para desarrollar su trabajo, no logra salir de la miseria, al igual que la mayoría de sus compañeros.

 

Vive en una infravivienda con su pareja Juana y su hijo Coyotito. Lo único que les preocupa es el día a día, lo que puedan o no llevarse a la boca. Aparentemente, con ello les basta para vivir una vida lo bastante feliz y es suficiente para despertar cada mañana con una sonrisa. Sin embargo, Coyotito sufre una picadura de escorpión que amenaza con seriedad su vida. Las pocas y poco valiosas perlas que ha conseguido Kino en sus inmersiones no son suficiente pago para que el doctor del pueblo atienda a su hijo.

 

Desesperado e indignado, Kino se lanza en la busca de más perlas que eviten el fatal desenlace. Pronto, como caída del cielo, llega a sus manos una gran ostra con la mayor perla que haya visto el hombre: “la perla del mundo”. A partir de ese instante se le abren muchas puertas por delante, alguna de ellas no deseada. También se convierte en objetivo de la codicia de algunos de sus vecinos.

 

La lectura que terminé hace unos días es la número… no sé… he perdido la cuenta de las veces que me he acercado a “La perla”. Como suele pasar, cada lectura es diferente y no te resultará difícil llegar a la conclusión de que es uno de mis libros preferidos. Y lo es por la primera lectura, en la que encontré una capacidad de descripción excepcional, mostrando un talento descomunal que Steinbeck demostraba de forma habitual. Además, ese tono crítico con la sociedad y el trato (maltrato) que recibían y reciben las clases más bajas de la misma suelen ser también uno de los pilares de su escritura.

 

En “La perla” también está presente, rodeado de unas descripciones preciosistas en medio de una leyenda con aspecto de la misma: fantasiosa. Como decía, la primera lectura de esta obra (de un centenar de páginas aproximadamente) la llevó directamente a ser guardada en un sitio muy especial del que nunca desaparecerá. Pero desde entonces soy otro lector. Tanto tiempo ha pasado que he ido evolucionando (como todos vosotros). Y lo que la primera, segunda, tercera lectura me parecía deslumbrante esta última vez me parece entrañable pero mejorable.

 

La parte más destacada de esta novela corta es, entiendo yo, la descripción de personajes y naturaleza. También es evidente lo que Steinbeck quiere mostrar con cada uno de los personajes que nos presenta, sin sutilezas. Y ahí justo está lo que yo echo en falta. Hace años que las descripciones minuciosas van desapareciendo de la literatura (tenemos tanta memoria visual gracias a televisión, cine, internet… que resulta redundante) y lo que yo busco en una lectura es precisamente la sutileza de los pensamientos de los personajes, que me hagan pensar y no que me lo den todo claro y con una única interpretación.

 

Así que esta última (de momento) lectura de “La perla” me resultó menos gratificante de lo esperado y de lo deseado, pero no dejará de estar en ese lugar que ocupa desde hace tanto. Es una lectura, creo, recomendable y me atrevería a decir imprescindible que nos acerca un talento que, en mi opinión, es de los mayores del siglo pasado.