Olei va a ser padre. En breve, en lo que parece una pequeña isla en la Noruega de (aparentemente) mediados del siglo pasado. Los medios son limitados, y el parto será con ayuda de la matrona más cercana, a la que se encomienda el futuro padre, que interrumpe sus labores como pescador ante el acontecimiento que se acerca. El bebé se llamará Johannes si es niño y, con total seguridad, heredará la profesión de su padre, saliendo cada día que puede a la mar con su pequeña barca, y vendiendo su pesca en los mercados que puede.
En cuanto avanzamos en la lectura nos encontramos con un Johannes anciano (¿será el mismo Johannes, o su abuelo, o quizás...?) levantándose a comenzar un día más en lo que es su realidad: habiéndose quedado solo, tras el fallecimiento de su esposa, la independencia de sus hijos y la muerte de su mejor amigo, la rutina se apodera de él. Retirado ya, sin la necesidad de salir a pescar para ganarse la vida como ha hecho toda la vida, tal vez lo vuelva a hacer, ahora como afición.