Iván Ilich ha muerto. En su lecho
de muerte se reúnen familiares, compañeros de trabajo, amigos y conocidos. Entre
ellos se encuentran los amigos y compañeros con los que más cómodo se sentía
Iván, con los que jugaba un juego de cartas que suponía el mayor de los
alicientes de sus vidas. Sin embargo, hacía semanas que la enfermedad que
consumía a Iván hacía evidente el desenlace.
Su fallecimiento produce más
inquietud sobre quién va a ocupar su privilegiado puesto en el ministerio y los
ascensos que acarreará en cadena ese movimiento que la pena de la pérdida de un
ser querido. Además, también está la incomodidad de ir a visitar a la viuda y
el mal trago de tener que atrasar la partida de ese día…