Su función, en
teoría, es mantener el cartel a salvo de los maleantes, que intentarán llevarse
el material que lo forma o, sobre todo, los focos utilizados para iluminarlo
cuando falta la luz. Preocupado por cumplir con sus funciones de forma
eficiente, Ramón se pregunta si sería posible instalarse permanentemente en la
parte trasera del cartel, en la estructura que lo sustenta. Y lo hace. Desde
entonces, y de forma temporal o mejor dicho indeterminada, el cartel (de Coca
Cola) se convierte en el nuevo hogar de Ramón. Un hogar que puede ser visto
desde su ventana por su esposa, y también por su sobrino.