domingo, 1 de septiembre de 2024

"Manhattan Beach", de Jennifer Egan

 

Anna es la columna vertebral de la narración, que se apoya también en dos personas importantes para ella: su padre, Eddie, y Dexter, un hombre de negocios con fama de relacionarse con la mafia neoyorkina de los años 40, en plena Segunda Guerra Mundial. La narración comienza cuando Eddie, como acostumbra, lleva a su avispada e inteligente hija de tan solo 12 años a una de sus visitas laborales. Acuden al barrio que da título al libro a que Eddie trate algún que otro tema con Dexter.


Pero es tan solo el inicio. El grueso de la narración lo compone el Nueva York de los años 40, con una Anna de 20 años incluida, dispuesta a surtir con la mayor celeridad y eficiencia a las tropas que intentan evitar que el mundo se convierta en terreno nazi. Ante la ausencia de mano de obra masculina se sirven de valientes y decididas mujeres como Anna para construir sus barcos en los arsenales que ocupan decenas de muelles en la pujante ciudad norteamericana. Anna, cuyo trabajo consiste en medir con minuciosidad piezas cuya función desconoce, sueña con algún día ser buzo, zambullirse en el fondo de las aguas que observa en cada pausa del almuerzo.


Tengo que decir que la Nueva York de la primera mitad del siglo pasado es un tema y un escenario para mí apasionantes. Y Jennifer Egan una de mis autoras preferidas. ¿Qué podía salir mal? Pues nada. Porque Egan despliega su enorme talento para desarrollar una historia larga y compleja consiguiendo que fluya con naturalidad y manteniendo un hilo de tensión que hace que vayamos tirando de él y sumando páginas a la lectura. Es el tercer libro que leo de Egan (tras los experimentales y geniales "El tiempo es un canalla" y su continuación "La casa de caramelo") y realmente no me esperaba un libro como éste. 


¿Por qué? Porque es una narración convencional. Sin experimentos. Demuestra una versatilidad difícil de conseguir, y unas ganas de no ser encasillada muy eficientes, puesto que lo logra. Quiero señalar que además de convencional es excelente esa narración y, para que se me entienda, en ocasiones me recordó a un excelente narrador (cuya prosa podría estar escrita hace muchas décadas) como es Amor Towles. Y otro tanto a favor es que Egan no cae en la trampa de dotar a sus personajes de valores actuales, lo que es de agradecer. Deseando leer más de una autora poderosa.