domingo, 3 de enero de 2021

"Sigo aquí", de Maggie O´Farrell

 

Maggie O´Farrell nació en la pequeña ciudad (o pueblo grandecito) de Coleraine, en Irlanda del Norte, en 1972. Creció sin embargo en Gales, y durante su vida de adulta llegó a residir en un sinfín de ciudades y países, además de ser una empedernida y aventurera viajera. En la actualidad vive con su familia en la preciosa Edimburgo. En su aspecto laboral, O´Farrell trabajó como periodista, reportera literaria y profesora de Escritura Creativa en varias ocasiones.

 

Sin embargo, la ocupación que más nos interesa a nosotros es la de escritora. Su primera obra fue publicada con la llegada del milenio en el que nos encontramos (y o mucho me equivoco o será el único que nos quede por vivir a todos nosotros), y entre sus títulos más destacados se encuentran “La primera mano que sostuvo la mía”, “Instrucciones para una ola de calor”, “Tiene que ser aquí” y la obra que presentamos hoy: “Sigo aquí” (el título original es el brillante “I am, I am, I am”).

 

A pesar de que ésta será una reseña un tanto deslavazada (lo está siendo ya, soy consciente) he de decir que estamos ante una colección de relatos, más o menos cortos, algunos de ellos recogidos de varias publicaciones y otros escritos para esta colección. Es una serie de 17 capítulos en la que la autora decide ofrecer una visión muy personal de su vida, con el hilo conductor de su peligrosa e insistente relación con la muerte, que parece viajar a su lado.

 

Así, en todos y cada uno de los capítulos que nos presenta Maggie nos narra un momento en el que se encontró en peligro de muerte (ya sea de manera grave o leve), lo que supone la base sobre la que nos cuenta pensamientos y sensaciones muy personales. No es descabellado imaginar que lo primero que vas a pensar es que “Sigo aquí” tiene que ser un monótono recuento de accidentes, enfermedades o similares. No lo es. Es mucho más que ello, y a pesar de estar el peligro omnipresente no es lo que más destaca de lo que puedes leer en las pocas páginas de esta obra.

 

Maggie O´Farrell tiene algo, tiene un don, gracias al que es capaz de trasmitir, o mejor dicho, TRANSMITIR, así, en mayúsculas. Es la tercera (y ni mucho menos será la última) obra que leo de esta autora y su forma de escribir está coqueteando peligrosamente con convertirse en una de mis preferidas. Entre las tres obras que he leído pocos paralelismos podemos encontrar, más que el hecho de que ese verbo, transmitir, lo conjuga a la perfección. Podría decirse que los tres libros podrían haber sido escritos por personas diferentes pero aún así llegarían de la misma manera a un tipo de lector determinado, un grupo en el que me incluyo sin dudar.

 

A pesar de esas 17 veces que se tuvo que enfrentar cara a cara con la muerte, Maggie (afortunadamente) sigue aquí, y con su especie de biografía nos regala una serie de pensamientos, de forma de ver las cosas, de sensibilidades, que nos dan una imagen de una persona muy sensible y sensitiva (que no sensiblera). Creo que el capítulo en el que ha de enfrentarse a la enfermedad de su hija es de lo mejor que he leído últimamente y ya sería suficiente para justificar la lectura de este libro. Pero no, no es lo único.

 

Esa sensibilidad que desprende cada relato he podido verla en varios autores, con los que inmediatamente siento una especie de familiaridad que no suele abandonarme; sin embargo, en este libro esa sensibilidad (a ver cómo lo explico sin liarme…) viene acompañada de un desbordante despliegue de sentidos. Es decir, una (al menos para mí) desconocida expresión de lo que vive una persona ante olores, colores, luz, falta de la misma, cómo pueden llegar a afectar a una persona las expresiones verbales y faciales de los otros, y las actitudes en general.

 

“Sigo aquí” era una apuesta arriesgada: incluso tras haberme encantado las dos obras que había leído de la autora, el esquema de la que traemos hoy no me atraía en absoluto. Creo que es un argumento de lo menos interesante, y del que si fuese de otro autor ni me hubiese planteado su lectura. Sin embargo, un impulso hizo que me decidiese y que ésta fuese la primera obra que leo en este año que comienza. Afortunadamente, es un inicio prometedor, ya que para mi gusto es una lectura excepcional de una autora que tiene una prosa capaz de hipnotizar, y que tiene la habilidad para, aún sabiendo que sigue aquí, que sigue viva, incluso en algún momento nos tenga en tensión temiendo un desenlace terrible. Un acierto.