Sin embargo, la
ocupación que más nos interesa a nosotros es la de escritora. Su primera obra
fue publicada con la llegada del milenio en el que nos encontramos (y o mucho
me equivoco o será el único que nos quede por vivir a todos nosotros), y entre
sus títulos más destacados se encuentran “La primera mano que sostuvo la mía”, “Instrucciones
para una ola de calor”, “Tiene que ser aquí” y la obra que presentamos hoy: “Sigo
aquí” (el título original es el brillante “I am, I am, I am”).
A pesar de que ésta
será una reseña un tanto deslavazada (lo está siendo ya, soy consciente) he de
decir que estamos ante una colección de relatos, más o menos cortos, algunos de
ellos recogidos de varias publicaciones y otros escritos para esta colección.
Es una serie de 17 capítulos en la que la autora decide ofrecer una visión muy
personal de su vida, con el hilo conductor de su peligrosa e insistente
relación con la muerte, que parece viajar a su lado.
Maggie O´Farrell
tiene algo, tiene un don, gracias al que es capaz de trasmitir, o mejor dicho,
TRANSMITIR, así, en mayúsculas. Es la tercera (y ni mucho menos será la última)
obra que leo de esta autora y su forma de escribir está coqueteando
peligrosamente con convertirse en una de mis preferidas. Entre las tres obras
que he leído pocos paralelismos podemos encontrar, más que el hecho de que ese
verbo, transmitir, lo conjuga a la perfección. Podría decirse que los tres libros
podrían haber sido escritos por personas diferentes pero aún así llegarían de
la misma manera a un tipo de lector determinado, un grupo en el que me incluyo
sin dudar.
A pesar de esas 17
veces que se tuvo que enfrentar cara a cara con la muerte, Maggie
(afortunadamente) sigue aquí, y con su especie de biografía nos regala una
serie de pensamientos, de forma de ver las cosas, de sensibilidades, que nos
dan una imagen de una persona muy sensible y sensitiva (que no sensiblera).
Creo que el capítulo en el que ha de enfrentarse a la enfermedad de su hija es
de lo mejor que he leído últimamente y ya sería suficiente para justificar la
lectura de este libro. Pero no, no es lo único.
“Sigo aquí” era una
apuesta arriesgada: incluso tras haberme encantado las dos obras que había
leído de la autora, el esquema de la que traemos hoy no me atraía en absoluto. Creo que es un argumento de lo menos interesante, y del que si fuese de otro autor ni me hubiese planteado su lectura. Sin embargo, un impulso hizo que me decidiese y que ésta fuese la primera obra
que leo en este año que comienza. Afortunadamente, es un inicio prometedor, ya
que para mi gusto es una lectura excepcional de una autora que tiene una prosa
capaz de hipnotizar, y que tiene la habilidad para, aún sabiendo que sigue aquí, que sigue viva, incluso en algún momento nos tenga en tensión temiendo un desenlace terrible. Un acierto.