El momento en el
que una persona se convierte en lector es un momento incierto, y cada uno nos
hacemos (si es que nos hacemos) de una manera diferente. Sin embargo, la parte
de nuestra vida en la que somos más influenciables es, sin duda, la primera
parte. Es probable que, de ser un lector habitual, durante tu adolescencia
también lo fueses. Creo que es la etapa más decisiva en ese aspecto. En mi caso
particular no fue así, sino que esta costumbre (a veces considero que vicio)
comenzó con posterioridad. Me da por pensar habitualmente que una de las
posibles razones para mi tardanza en este aspecto es que no guardo buen
recuerdo de ninguna de las lecturas obligatorias que leí en los centros
educativos.
Evidentemente no a
todos os habrá pasado igual, y tendréis en la memoria libros que sí os llegaron
de la manera en la que no lo hicieron conmigo. Pero todo esto me hace pensar en
que si ya era complicado hace treinta años elegir lecturas para desgranar en un
aula es mayor la dificultad de llegar a los niños y adolescentes a través de
los libros hoy en día, y que por un rato al día dejen su teléfono sobre una
mesa y se zambullan en los miles de mundos que nos ofrece la lectura. Desconozco
si es algo que elige cada centro, cada comunidad, cada país… Tampoco es algo en
lo que vayamos a entrar, sino que en este breve listado veremos lecturas que
los padres piensan que pueden inculcar valores a los alumnos (e hijos) y, al
mismo tiempo, hacer que nazca en ellos un amor por la lectura que (es lo
deseable) pueda perdurar.
Vamos a comenzar
con este listado de cinco lecturas que pueden dejar huella con una de las
elecciones más comunes y más habituales, que suele dejar un recuerdo en cada lector que se convierte en
inolvidable: las aventuras del personaje que ideó Antoine de Saint-Exúpery hace más de 75 años pueden disfrutarse a la edad más temprana, y del mismo modo lo podemos hacer en
la adolescencia o (como es mi caso) incluso en la etapa adulta. Tiene un buen puñado de frases
inolvidables y es una lectura que despierta una ternura que nunca está de más,
y menos en el mundo en el que nos está tocando vivir. ¿No crees? Evidentemente
estamos hablando de “El principito”, y de su rosa y de su zorro, y de los
sentimientos que despierta en cada uno de nosotros.
En la selección que
traemos hoy no hay una edad determinada, sino que se tratan de varios libros
que elegirían los padres para que sus hijos los leyesen, y si fuese en grupo,
con su aula, mucho mejor. Así que, ya que no es una edad determinada, podemos
aventurar que la siguiente aventura es un poco más apropiada para los
adolescentes que tienen una edad similar a la del protagonista, un personaje
inolvidable que ha de encarar los rigores de enfrentarse a la vida de adulto de
una forma brusca y un tanto dura, y que hace que deseemos que su carácter no se
vea moldeado en su totalidad por esa sociedad a la que ha de enfrentarse. Que
conserve algo de lo que es. ¿Lo conseguirá Holden Caulfield? Yo quiero pensar
que sí, pero eso ha de quedar en la imaginación de los adolescentes que lean “El
guardián entre el centeno” o los adultos que seguimos releyéndolo treinta años
después.
Si pudiésemos elegir
los valores de nuestros hijos, seguramente entre los primeros en los que
pienses ocupe un lugar la tolerancia y la empatía con los que sufren de alguna
manera. Seguramente sea una de las preocupaciones de los padres de adolescentes
que sus hijos sean víctimas de acoso escolar o, lo que probablemente sea peor,
que sean los verdugos de algún compañero o compañera. Además, con la ayuda de
las redes sociales ese problema se multiplica, y lo que antes era un problema
puntual se puede magnificar. Así que la literatura nos puede echar una mano, y
si puede llegar a las manos de los alumnos (tal vez los más jóvenes del
instituto o los mayores del colegio) “La lección de August”, un libro en el que
un niño ha de superar el desprecio inicial que produce su aspecto físico, puede
que les ayude a ponerse en el lado correcto del problema, o que incluso sean la
solución al mismo.
La siguiente obra
que traemos y que muchos padres quieren que sus hijos lean nos muestra a otro
personaje inolvidable, que tiene una gran cantidad de los valores que nos
gustaría que nuestros hijos y los hijos de los demás poseyeran: esa capacidad
de ponerse del lado justo aunque sea perjudicial para uno mismo, esa empatía
por el dolor de los demás, esa forma de enseñar a sus hijos que en el mundo hay
dolor y que hay que aprender a superarlo, y esa manera de poner sobre las demás
cosas la propia dignidad, de no traicionar a la conciencia propia hace de
Atticus Finch un personaje imprescindible en la literatura y (con la gran interpretación de Gregory Peck) también en el cine, y el padre que todos querríamos ser y
de “Matar a un ruiseñor” una lectura muy aconsejable.
Por último, pero no
por ello menos aconsejable, no queremos olvidarnos de lecturas de hace más de
un siglo que, a priori, puede parecer que son de lectura densa y pesada, que a
nuestros hijos no les va a gustar. Pero no todos los libros escritos por
autores que fallecieron hace mucho tiempo son de esa manera (yo he de confesar
que llegué a maldecir alguno de los libros que tuve que terminar, ya sea por lo
obsoleto de su traducción o por lo que fuese) y algunos tienen más
posibilidades de tener éxito entre los jóvenes y los no tan jóvenes. Por poner
un ejemplo de este caso traeremos una de las obras cumbre de Jane Austen, que
tiene a una pareja de personajes que da mucho juego y que, seguramente, tiene
una figura femenina que pocos pueden esperar que haya sido escrita hace tanto
tiempo. La obra es “Orgullo y prejuicio”, y también nos puede ofrecer diversión
con una colección de valores que nunca está de más.
Como decía al
principio, ha de ser muy complicado para los que tienen que decidirlo elegir
las lecturas que han de leer los alumnos, y dar con la receta adecuada para que
aprendan algo y al mismo tiempo nazca en ellos el gusto por la lectura (y no lo
contrario) es complicado. Desde el punto de vista de padres hoy hemos
presentado algunos de los ingredientes que, tal vez, ayuden a crear nuevos
lectores y (¿por qué no?) tal vez nuevos autores que nos sigan ofreciendo
lecturas que aporten valores que no hemos de perder. De todos modos, son tan solo cinco ejemplos y seguro que tú tienes alguno que elegirías. ¿Nos lo sugieres?