Pero la espera se
convierte en algo incómodo cuando un hombre inicia una inesperada e indeseada
conversación con él. A pesar de todos sus intentos, incluso usando mala
educación para ello, de lograr el objetivo de que el extraño deje de hablarle,
nuestro protagonista no lo consigue. Y todo parece apuntar a que no se deshará
de él en ningún momento…
El diálogo que inicia
y que acaba el (corto) libro es ágil, y tiene muchos ingredientes para que
llegue a gustar a una buena cantidad de personas: el excentricismo de los
personajes nos lleva a querer saber más y, cuando la situación se complica,
sentimos que estamos perdidos y necesitamos una salida a esa situación. La
única salida: leer más y más, hasta conocer cada detalle de lo que nos está
siendo contado.
El equilibrio que
consigue la autora belga es precario, ya que dicha excentricidad se mezcla con
algún que otro argumento filosófico interesante que puede resultar un tanto
pedante, descargados todos ellos con una contestación llena de sarcasmo que
rebaja el tono de forma exitosa. Por ello resulta casi inexplicable que,
teniendo en cuenta la crudeza de lo que se nos cuenta en esta obra, el
resultado sea tan interesante, tan adictivo y tan efectivo como es.
Si tuviese que decir unas palabras sobre el estilo de Nothomb creo que sería que utiliza una prosa directa, mordaz, virulenta e incluso violenta, capaz de incomodarnos de una forma notable, con toda la intención de hacerlo. La naturalidad, confianza en sí misma, excentricidad (otra vez lo tengo que mencionar) y la falta de complejos que tiene nos trae un estilo muy particular y hecho para provocar, para que el lector reaccione de forma impulsiva. Lo consigue. Según la propia autora, escribe unas tres novelas al año, de las que tan solo llega a publicar una. De ahí sale una notable obra compuesta de numerosos títulos, de los que pienso saborear los que me parezcan más notables.