domingo, 27 de septiembre de 2020

"Un inconveniente", de Mary Cholmondeley

 

La historia comienza con una mujer sentada al lado de una ventana abierta y dicho inicio funciona como un ejemplo perfecto de lo que nos vamos a encontrar en las páginas de “Un inconveniente”. Lady Mary Carden, la mujer sentada, cumple todos los requisitos que se le pedía a una mujer a finales del siglo XIX y a inicios del XX en su entorno: elegante y sacrificada,  capaz de llevar una casa como la que se suponía debería llevar y del mismo modo con capacidad para cubrir todas y cada una de las necesidades de su futuro esposo.

 

Sin embargo, todas esas características parecen estar marchitándose y apagando las esperanzas de Lady Mary de celebrar un matrimonio que a estas alturaas tan solo parece un lejano sueño. A sus treinta años todo parece indicar que esa época ha pasado y que no hay marcha. Sus últimas esperanzas de llevar una vida convencional y para la que se ha preparado desde siempre están posadas en Ros, un antiguo militar con el que lleva un buen tiempo de amistad que, a sus ojos, se está convirtiendo en mucho más. Sin embargo, cuando cree que Ros por fin se va a decidir pedir su mano, lo que realmente hace es presentarle a Elsa, joven de familia complicada y con modestos modales, a la que pretende convertir en su esposa.

 

“Un inconveniente” es una novela corta en la que hay condensados muchos sentimientos. Y lo que más destaca es la visión (o las visiones) que nos presenta de la figura femenina. La frustración de cada una de las mujeres que aparecen en este relato es palpable, pero no está resaltada de forma evidente ni estridente. Nos es presentada con una sutilidad suprema. La mente, las aspiraciones y las necesidades de la protagonista son devoradas por unas convenciones sociales que podan cada una de ellas.

 

La mayor virtud, creo, que podemos destacar de este libro es que nos invita a visitar todos esos sentimientos como si estuviésemos entrando en una casa ajena, sin conocer nada de lo que vamos a ver, y haciéndonos cada uno una idea diferente y personalizada de lo que vamos viendo. Ésa es la clave. La autora nos da la oportunidad de sacar nuestras propias conclusiones, y es muy de agradecer. Es lo que hace grande a la lectura.

 

Mary Cholmondeley era una autora absolutamente desconocida para mí. De hecho, hasta ahora mismo no era consciente de cómo se escribe su apellido y, la verdad, tampoco es que tenga importancia ese detalle. Lo que hace grande a una autora o a un autor es lo que escribe. Y lo que hay escrito en “Un inconveniente” es grande. Intentaré explicar lo que sentí durante su lectura: durante toda la narración tuve la sensación de que era un logro que una mujer moderna (luego lo explico) tuviese la capacidad de escribir como si el libro fuese publicado hace cien años. Y es que es lo que me pareció: un libro de mentalidad moderna ambientado con éxito hace mucho tiempo.

 

Sin embargo resultó ser lo contrario de lo que estaba pensando, y tras haber paladeado esa sensación durante toda la (corta) narración mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que Mary Cholmondeley murió hace casi cien años. Así que realmente era la situación inversa: una mujer que escribió una narración con la mentalidad de un siglo después, lo que sin duda es mucho más complicado y extraordinario. Sorprendente y admirable. Imprescindible.