La historia
comienza con una mujer sentada al lado de una ventana abierta y dicho inicio
funciona como un ejemplo perfecto de lo que nos vamos a encontrar en las
páginas de “Un inconveniente”. Lady Mary Carden, la mujer sentada, cumple todos
los requisitos que se le pedía a una mujer a finales del siglo XIX y a inicios
del XX en su entorno: elegante y sacrificada, capaz de llevar una casa como la que se
suponía debería llevar y del mismo modo con capacidad para cubrir todas y cada una de las necesidades de su futuro esposo.
Sin embargo, todas
esas características parecen estar marchitándose y apagando las esperanzas de
Lady Mary de celebrar un matrimonio que a estas alturaas tan solo parece un lejano sueño. A sus
treinta años todo parece indicar que esa época ha pasado y que no hay marcha. Sus últimas esperanzas de llevar una vida convencional y para la que se ha preparado desde siempre están posadas en
Ros, un antiguo militar con el que lleva un buen tiempo de amistad que, a
sus ojos, se está convirtiendo en mucho más. Sin embargo, cuando cree que Ros
por fin se va a decidir pedir su mano, lo que realmente hace es presentarle a
Elsa, joven de familia complicada y con modestos modales, a la que pretende
convertir en su esposa.
“Un inconveniente”
es una novela corta en la que hay condensados muchos sentimientos. Y lo que más
destaca es la visión (o las visiones) que nos presenta de la figura femenina.
La frustración de cada una de las mujeres que aparecen en este relato es palpable,
pero no está resaltada de forma evidente ni estridente. Nos es presentada con
una sutilidad suprema. La mente, las aspiraciones y las necesidades de la
protagonista son devoradas por unas convenciones sociales que podan cada una de
ellas.
La mayor virtud,
creo, que podemos destacar de este libro es que nos invita a visitar todos esos
sentimientos como si estuviésemos entrando en una casa ajena, sin conocer nada
de lo que vamos a ver, y haciéndonos cada uno una idea diferente y
personalizada de lo que vamos viendo. Ésa es la clave. La autora nos da la
oportunidad de sacar nuestras propias conclusiones, y es muy de agradecer. Es lo
que hace grande a la lectura.
Mary Cholmondeley
era una autora absolutamente desconocida para mí. De hecho, hasta ahora mismo
no era consciente de cómo se escribe su apellido y, la verdad, tampoco es que
tenga importancia ese detalle. Lo que hace grande a una autora o a un autor es
lo que escribe. Y lo que hay escrito en “Un inconveniente” es grande. Intentaré
explicar lo que sentí durante su lectura: durante toda la narración tuve la
sensación de que era un logro que una mujer moderna (luego lo explico) tuviese
la capacidad de escribir como si el libro fuese publicado hace cien años. Y es
que es lo que me pareció: un libro de mentalidad moderna ambientado con éxito
hace mucho tiempo.
Sin embargo resultó ser lo
contrario de lo que estaba pensando, y tras haber paladeado esa sensación durante toda la (corta)
narración mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que Mary Cholmondeley murió
hace casi cien años. Así que realmente era la situación inversa: una mujer que
escribió una narración con la mentalidad de un siglo después, lo que sin duda es mucho más complicado y extraordinario. Sorprendente y
admirable. Imprescindible.