domingo, 20 de septiembre de 2020

"La última copa", de Daniel Schreiber

 

Nunca podré definir la forma en la que elijo libro, porque los elijo por múltiples razones, alguna de ellas cambiantes. El que hoy presentamos lo elegí de pasada, simplemente por la editorial a la que pertenece y porque leí muy por encima que había sido un éxito en su país: Alemania.  Y pocos libros actuales he leído de ese gran país, así que la decisión fue rápida: ver y decidir. Y esa es la forma en la que, pensando que iba a leer una novela, me encontré con algo muy diferente.

 

El periodista y escritor alemán Daniel Schreiber decidió escribir en primera persona sobre su problema de alcoholismo. Y de ello salió el libro que presentamos hoy. Se trata de un ensayo basado en su propia experiencia y con el que desgrana todos los factores que le llevaron al punto al que llegó y también (y es lo interesante) todos los condicionantes culturales que evitan que esta enfermedad sea considerada como tal, y tan solo tengamos una imagen del alcohólico como el mendigo que tan solo busca unas monedas al día para tener su ración diaria.

 

Es curioso, pero mientras escribo estas líneas tengo la televisión encendida, y nos ofrece un reportaje alabando las bonanzas del vino y de lo beneficioso que es tomar un par de copas al día. Evidentemente no tiene nada que ver con la salud (de hecho es todo lo contrario) sino de presiones de los productores del mismo que llevan toda la vida aprovechando los medios de comunicación para llegar a convencernos de algo tan disparatado como que es sano hacerlo.

 

Haciendo un cálculo rápido, tomarse dos copas al día son unas setecientas al año… y eso son nada más y nada menos que unas cien botellas. Un negocio redondo, desde luego, pero de dudoso beneficio para la salud. Por poner un ejemplo esa cantidad aumenta de forma considerable el riesgo de que una mujer padezca cáncer de mama. Datos que no nos proporcionan. Y precisamente datos como éste son analizados por el autor alemán, que nos ofrece la posibilidad de ver cómo la sociedad acepta el consumo e intenta ocultar por todos los medios el problema que ello conlleva.

 

Llega a impactar cómo nos presenta estudios realizados durante varias décadas en personas del mismo estrato social, con las mismas costumbres y similares puestos de trabajo, y cómo de dicho estudio sacaron la conclusión de que la diferencia de esperanza de vida entre los que consumían alcohol (en unas cantidades absolutamente asumibles y consideradas normales y habituales) y los que no es de unos diecisiete años. 17 años.

 

También da que pensar cómo datos tan esclarecedores como el siguiente son enumerados: un pequeño estudio afirma que el ultraconocido personaje James Bond, fijándose en la cantidad de alcohol que toma, estaría incapacitado no solo para las gestas que le vemos hacer en la pantalla, sino que lo estaría para cualquier tipo de trabajo. Es así de simple. Se llegó a la conclusión de que bebe cuatro veces la cantidad con la que sería considerado un alcohólico. El glamour con el que nos bombardean cada día sobre la ingesta de alcohol es muy diferente a la realidad. A las múltiples enfermedades que tendría que afrontar el seductor espía habría que sumar una más que probable cirrosis y una muy poco estimulante impotencia que le impediría mantener relaciones con la estrella de la película en cuestión.

 

A pesar de ser un libro muy diferente a lo que esperaba leer, es una lectura interesante en la que el autor nos presenta los peligros a los que nos enfrentamos todos y cada uno de nosotros y especialmente las personas que, como él, decidieron acabar con el alcohol definitivamente y convertirse en abstemios. Sin embargo, su desolación se basa en la cultura alemana, una sociedad que, en mi opinión, tiene una relación muy inferior con el alcohol de la que tenemos en España, en la que es prácticamente imposible imaginar cualquier celebración, reunión laboral o de cualquier tipo sin que esté asociado con el alcohol.

 

Quizás la lectura ayude a tomar una visión diferente de nuestra relación con una adicción que causa más muertes que cualquier otra y que, además, suele estar asociada a adicciones a sustancias incluso más perjudiciales que las que son analizadas en este ensayo. Tal vez nos ayude a bajar la cifra que ofrece la OMS, que indica que el alcohol es responsable de 3.300.000 muertes al año en todo el mundo. Sí. Más del triple que el Covid-19.