El libro que
traemos hoy es un libro de Stefan Zweig.
Por lo tanto, pocas dudas hemos de tener de que es un sinónimo de calidad. Concretamente en “Una boda en
Lyon”, editado en febrero de este año por la Editorial Acantilado, encontramos cuatro relatos cortos: el principal, del que toma el nombre
esta edición, además de “La caminata”, “Un ser humano inolvidable” y cerramos
la cortísima lectura con “Dos solitarios”.
En lo que respecta
a este autor he llegado a un punto en el que es difícil encontrar adjetivos con
los que describir lo que me produce leer alguna de sus historias. Además,
suelen ser historias brillantemente concentradas en unas pocas páginas, como es
el caso. Creo que sería injusto dar datos sobre qué trata cada relato (bueno,
el principal os lo podéis imaginar) ya que se tarda tan solo unos minutos en
leer cada uno de ellos.
Por supuesto, y antes de que se me pase, recomiendo la lectura de “Una boda en Lyon”. Es difícil condensar en un puñado de páginas todo lo que logra Stefan Zweig sobre sentimientos y comportamientos humanos. La historia de la boda es sobrecogedoramente hermosa, dolorosa, y al mismo tiempo una crítica voraz a la persecución humana que se suele dar desde los bandos ganadores en un conflicto. En este caso, en la habitualmente idealizada Revolución Francesa que, como sucede en todos los levantamientos y enfrentamientos, tiene también su parte oscura, macabra e injusta.
En los cuatro
relatos que componen el libro que traemos hoy es difícil encontrar
paralelismos, más allá de que cada uno es narrado como la exposición de un
conflicto moral o un muestrario de comportamientos más o menos censurables. El
autor tiene la capacidad de, en un par de párrafos, meternos en una historia e
hipnotizarnos mientras expone su punto de vista, que suele ser muy acertado.
El enfrentarme a una lectura de Stefan Zweig suele ser una especie de celebración para mí, pero además viene acompañada de un cierto temor. Temor a que baje el listón, temor a que su forma de escribir me empiece a parecer repetitiva. Temor a cansarme de Zweig, que tantos buenos ratos me ha regalado. Pero pronto, cuando me decido por fin a comenzar, se disipan todas las dudas y temores.
Y es que el talento
de este autor, a mi modo de ver, hace que todo lo que escribió (voy a ser un
poco más prudente, y decir que todo lo que llega a ser publicado en nuestro
país) tiene algo. Tiene el contenido suficiente en tan solo unas páginas que
serviría para sonrojar a muchos autores de éxito si los comparáramos con toda
su obra. Y es que Zweig dignifica su profesión, y su mejor aval son todos y
cada uno de sus relatos.