“La moneda de
Carver” es un libro que contiene ocho relatos. Por lo tanto, no tenemos un
argumento al que ceñirnos. Sin embargo sí podemos encontrar puntos en común en
los relatos que eligió Javier Morales para presentárnoslos juntos. Entre ellos
encontramos la mención que suena a homenaje a varios escritores (suponemos que
admirados por el autor) que tienen en común el habernos dejado con poco volumen
de obra por haber fallecido demasiado pronto (Chèjov, Carver, etc).
Además, un
personaje común (del que veremos su evolución como escritor y su faceta de
estudioso de varios autores) en varios de los relatos nos sirve de costura
durante el avance de la obra. También se respira un amor por la Literatura (y
por el arte en general) que será una constante durante las pocas páginas que
necesita el escritor para dejar claro su oficio. Un oficio que salta a la
vista, ya que la narración la hace con sus mimbres de artesano haciendo gala de
su faceta de profesor de escritura.
Al carecer de un
argumento es difícil dar unas pinceladas de lo que te puedes encontrar al leer “La
moneda de Carver”. Creo que habría que empezar por decir que el estilo de
Morales es deliberadamente sencillo, buscando la austeridad literaria, creo, de
forma acertada. Así, cuenta lo que quiere de la manera que quiere, y no sobra
una palabra del libro para lograrlo. Y a ello sumamos la pasión con la que nos
presenta a escritores y sus relatos, de los que bebe para homenajearlos.
He de decir también
que la edición del libro es preciosa, y el ver cómo los capítulos son
acompañados por ilustraciones del pintor norteamericano Edward Hopper (una de
mis debilidades) le dio un plus a mi lectura. Y aquí tengo que hacer una pausa
y, a pesar de no ser lo más correcto hacerlo, destacar uno de los relatos sobre
los demás. No porque esté mejor escrito que los demás (el nivel es alto en
todos ellos) sino por lo que significó para mí.
Dentro de la obra
de Edward Hopper siento especial fascinación por “Habitación de hotel”,
seguramente una de las más icónicas de todas sus pinturas y que transmite unas
sensaciones que pueden considerarse universales. La soledad de la protagonista,
la vulnerabilidad y la evidencia de encontrarse en un momento clave de su vida
hace de este cuadro uno de los más utilizados a la hora de ilustrar algunas
obras literarias. Y lo entiendo, ya que contemplarlo (al menos a mí) un relato
se crea inmediatamente en mi mente, a pesar de no contener ninguna palabra.
Pues bien, “Habitación
de hotel” es uno de los relatos de “La moneda de Carver”. Desde el título y al
empezar a leer la fascinación que siento por el cuadro se vio multiplicada por
la emoción de los personajes intentando desentrañar los secretos del mismo, y
la sensación de estar físicamente en la ubicación en la que se puede contemplar
(el museo Thyssen de Madrid, al que voy a ir sí o sí. Voy a ver ese cuadro).
Además, el argumento del cuento en el que un anciano norteamericano necesita
volver a Madrid tan solo a ponerse a unos pasos de esta obra, consiguió
cautivarme.
Así, “La moneda de
Carver” me parece por un lado un libro de relatos muy bien contados, correctos
y paridos con dedicación y con gusto, dando un poco más de peso a un oficio, el de
escritor, al que nunca viene de más sumar la profesionalidad y la dedicación
que podemos palpar durante la lectura. Y por otro lado, es el libro de “Habitación
de hotel”, lo que hará que siempre permanezca a mi lado, y que aumenta una
fascinación y una historia que tan solo se cerrará cuando esté ante ese cuadro,
con mi ejemplar de este libro en la mano.