Con
ella vive Jon, su hijo. Sí, sé que parece incongruente que haya dicho que se
encuentra lejos de su familia, pero realmente el grupo que forman Vibeke y Jon
no se puede considerar familia en sí. El niño cumple nueve años el día de
mañana y espera una celebración modesta pero bonita. El libro nos habla de esa
víspera, de lo que piensan, sienten, hablan y hacen madre e hijo, cada uno en
su mundo, cada uno en su satélite. Vibeke en un satélite en el que su vida es diferente, más llena de luz y de sonido, más acorde a lo que ella desea y necesita vivir en contraposición al agotamiento y vacío que le toca vivir a diario, en contraste con los restos de nieve en las botas al entrar en casa y el frío perenne. En el satélite de Jon hay una constante: la espera a su madre, la espera de su atención, de su amor. Poco más hay que decir del argumento, y
seguramente te darás cuenta de que éste es uno de esos libros en los que lo
importante no es la acción (que se desarrolla en doce horas) en sí sino qué y cómo nos lo quiere contar la autora.
Voy
a intentar encontrar un paralelismo entre lo que me produjo la lectura de este
libro con algo que produce también diferentes opiniones y sensaciones: hay
bebidas o comidas amargas, con un sabor particular y extraño, que sin embargo
nos gustan desde hace tiempo. ¿Sabrías decir por qué te gusta esa bebida o comida tan amarga, tan poco amable? La primera vez que las probamos sentimos, seguramente, extrañeza y,
tal vez, una reacción negativa de nuestros sentidos. Sin saber cómo ni cuándo,
nos acostumbramos a ese sabor y, poco a poco, lo fuimos necesitando hasta formar parte, en cierto modo, de nosotros.
Así
leí “Amor”. La nieve, que viene siendo un personaje, un antagonista que todo lo
complica, que invade a nuestros personajes en todo momento, nos pone desde el
principio en una postura incómoda. Nos llena de aislamiento, de una sensación gélida y también nos cubre el silencio y una oscuridad casi palpable. Además, la autora nos “arroja” una forma de
narrar nada amable, se puede llegar a decir un tanto hostil, con la que pretende que el lector se vaya creando su propia
historia. En toda la historia nos vamos a encontrar con un párrafo sobre Vibeke
y en el siguiente… en el siguiente no sabrás de quién habla hasta que lo hayas
empezado. Sorprendente y desconcertante. Novedoso, arriesgado y, creo, acertado para lograr su objetivo.
Hace unos días que lo terminé, hace unos días del día en el que lo leí (es buen síntoma cuando acabas un libro el mismo día en el que lo comenzaste). Desde entonces crece en mi mente y sé perfectamente que dentro de unos meses habrá crecido todavía más. Y ése es el logro de un libro considerados uno de los mejores de la Literatura Noruega, poniendo en el podio a una autora (no voy a volver a escribir el nombre, lo siento, todavía no comprendo cómo he conseguido escribir la inicial de su apellido) que merece visibilidad. Yo lo comprendo y lo comparto. No quiero terminar esta reseña sin alabar la edición que nos ofrece Duomo Nefelibata, y sobre todo la portada elegida. ¿No es bella? ¿No es una obra de arte? ¿No es perfecta?
⭐⭐⭐⭐