Durante la Segunda
Guerra Mundial muchas ciudades del mundo fueron asediadas y bombardeadas
prácticamente a diario. A consecuencia
de ello, la vida de cada ciudad se fue apagando y la supervivencia era un reto
diario, y no nos referimos tan solo a las bombas: la escasez de todo tipo de
productos y de alimentos hacía que fuese casi imposible tener un solo día de
tranquilidad. Debido a todos estos puntos, se derivó un éxodo de los niños que
vivían en las ciudades, que fueron enviados al campo a casa de familiares o
incluso desconocidos, con la única esperanza de que conservasen la vida.
Y así empieza la
obra que se cuela hoy en esta página: la madre de Claus y Lucas, gemelos
idénticos y con un físico casi angelical, se traslada a la casa en la que
creció y en la que vive todavía su madre, abuela de los niños. La relación
entre ambas es inexistente, y hace años que no sabe nada la una de la otra. Ni
tan siquiera la existencia de los niños ni del padre de los mismos, que se
encuentra en el frente desde hace tiempo. La hosca y hostil abuela es conocida
como “la bruja” en su pueblo, y seguramente ese apodo se quede corto debido a
su carácter.
A pesar de la
resistencia feroz que la anciana muestra a quedarse con los niños, al final la
madre se marcha prometiendo que escribirá y enviará dinero. Una vez solos,
todos nos daremos cuenta de qué tipo de vida les espera a los niños. Su abuela
promete que les “enseñará lo que es la vida” a base de trabajo y se dirigirá a
los dos siempre de la misma manera: “hijos de perra”. A pesar de que la
situación no promete mucho, los niños mostrarán una capacidad de adaptación
asombrosa, y aunque su formación tenga una impactante carencia de valores su
espíritu de supervivencia nos dejará asombrados a todos.
“El gran cuaderno”
fue escrito por Agota Kristof (no sé si te pasa lo mismo que a mí, que la
primera vez que oí su nombre supuse que alguien había pronunciado mal el
pseudónimo de la reina de los libros de misteriosos crímenes) en 1986. Aunque
es húngara de nacimiento y residió gran parte de su vida en Suiza, su obra la
escribió en francés, y consiguió un premio por ésta, su primera novela. Tras
“El gran cuaderno” siguió un par de años después “La prueba”, y tres años
después “La tercera mentira”. Se conoció finalmente como “La trilogía de Claus
y Lucas”.
En las páginas de esta historia encontrarás una buena dosis de dureza que es inherente a cualquier conflicto bélico, además de algunos toques de humor que aderezan la lectura de una forma agradable. También podrás observar cómo el instinto de supervivencia es
capaz de sustituir con velocidad a los escrúpulos y los valores de las
personas. Además verás cómo, dependiendo de la situación que nos toque vivir a cada
uno, somos capaces de mirar hacia otro lado ante los hechos más terribles. La lectura de "El gran cuaderno" es adictiva desde las
primeras páginas, y si a ello unimos que la obra supera por poco el centenar de
páginas, es perfecta para una tarde de confinamiento, sea voluntario o
involuntario. Interesante y provechoso.