sábado, 16 de noviembre de 2019

"onde nacen as hedras", de Ana Varela


¿Existe un manual o código para reseñar una obra? Si existe, yo lo desconozco. Sin embargo, a fuerza de leer opiniones sobre libros me hago una idea aproximada sobre qué pasos suelen ser comunes al reseñar un libro: un breve resumen del argumento (a ser posible sin desvelar mucho más de lo que se encuentre en las primeras páginas y en la propia contraportada) y tal vez algunos comentarios sobre el ritmo, el estilo y demás características de la lectura. Además de ello, se suele añadir lo que produce al lector que comenta y, tal vez, algunos datos sobre el autor.

Pero… ¿cómo se reseña una obra poética? En este aspecto estoy absolutamente perdido, y para sumar a la incertidumbre de cómo encarar un comentario he de aclarar un concepto: no soy lector habitual de poesía. Y prácticamente se podría decir que tampoco soy lector esporádico. Así que lo que viene a continuación es un torpe intento de describir lo que ha supuesto para mí la lectura de “onde nacen as hedras” (sí, con minúscula).


En una novela se suele, a grandes rasgos, leer algo digamos concreto: nos hacemos una idea de lo que el autor nos quiere contar. Sin embargo en poesía creo que lo más relevante es lo que el lector saca de lo que lee ya que es una concepción abstracta: al igual que un cuadro puede evocar a cada persona unas sensaciones, a otra persona le puede provocar las opuestas. En poesía una única estrofa puede generar múltiples reacciones.

En “onde nacen as hedras”, y a riesgo de equivocarme, tengo la impresión de que la estructura de la obra es muy particular: entre estrofas poéticas la autora introduce prosa e incluso diálogos, y mantiene una cierta línea argumental, lo que produce una ligera sensación de uniformidad que, a mi entender, otorga al lector la oportunidad de adentrarse en la naturaleza que se nos describe.

Así, y siempre a golpe de sensaciones, entramos en el proceso de una desgarradora ausencia que nos es descrita desde el primer instante, y veremos cómo una pequeña grieta se convierte en una ruina en la que el olvido intenta hacerse hueco, mientras los recuerdos se aferran a su última oportunidad.

A pesar de no haberme adentrado desde hace mucho en una obra poética creo que la estructura diseñada por la autora es un verdadero acierto, ya que al menos en mi caso me permitió zambullirme en un contexto de naturaleza (tanto humana como de otros tipos) de una forma plena y agradable.

Ana Varela Miño es una autora nacida en Narón (La Coruña) que en su faceta de traductora nos trajo textos de Edgar Allan Poe y de Virginia Woolf (de la autora británica hay un guiño en esta obra y del autor estadounidense yo lo creí encontrar también). En su producción editorial cuenta sus publicaciones por premios, ya que en 2017 resultó ganadora del Certame de Poesía Francisco Añón con “Asombrario” y recientemente ha ganado el premio Gonzalo López Abente con ésta, su segunda obra.

De nuevo pido disculpas por mi falta de experiencia al adentrarme en obras poéticas (y por usar el castellano en una reseña de una obra escrita en gallego) pero he de resaltar que visitar las ruinas donde crecen las ortigas y donde nacen las hiedras ha sido una experiencia satisfactoria, mucho más cercana de lo que había supuesto y muy provechosa. Sin duda, una lectura recomendable y con la ventaja de que, cada vez que la revisitamos (es cortísima) nos otorga unas sensaciones que no son exactamente iguales a la anterior lectura.