¿Existe un manual o
código para reseñar una obra? Si existe, yo lo desconozco. Sin embargo, a
fuerza de leer opiniones sobre libros me hago una idea aproximada sobre qué
pasos suelen ser comunes al reseñar un libro: un breve resumen del argumento (a
ser posible sin desvelar mucho más de lo que se encuentre en las primeras
páginas y en la propia contraportada) y tal vez algunos comentarios sobre el
ritmo, el estilo y demás características de la lectura. Además de ello, se
suele añadir lo que produce al lector que comenta y, tal vez, algunos datos
sobre el autor.
Pero… ¿cómo se
reseña una obra poética? En este aspecto estoy absolutamente perdido, y para
sumar a la incertidumbre de cómo encarar un comentario he de aclarar un
concepto: no soy lector habitual de poesía. Y prácticamente se podría decir que
tampoco soy lector esporádico. Así que lo que viene a continuación es un torpe
intento de describir lo que ha supuesto para mí la lectura de “onde nacen as
hedras” (sí, con minúscula).
En una novela se
suele, a grandes rasgos, leer algo digamos concreto: nos hacemos una idea de lo
que el autor nos quiere contar. Sin embargo en poesía creo que lo más relevante
es lo que el lector saca de lo que lee ya que es una concepción abstracta: al
igual que un cuadro puede evocar a cada persona unas sensaciones, a otra
persona le puede provocar las opuestas. En poesía una única estrofa puede
generar múltiples reacciones.
En “onde nacen as
hedras”, y a riesgo de equivocarme, tengo la impresión de que la estructura de
la obra es muy particular: entre estrofas poéticas la autora introduce prosa e
incluso diálogos, y mantiene una cierta línea argumental, lo que produce una ligera
sensación de uniformidad que, a mi entender, otorga al lector la oportunidad de
adentrarse en la naturaleza que se nos describe.
Así, y siempre a
golpe de sensaciones, entramos en el proceso de una desgarradora ausencia que
nos es descrita desde el primer instante, y veremos cómo una pequeña grieta se
convierte en una ruina en la que el olvido intenta hacerse hueco, mientras los
recuerdos se aferran a su última oportunidad.
A pesar de no
haberme adentrado desde hace mucho en una obra poética creo que la estructura
diseñada por la autora es un verdadero acierto, ya que al menos en mi caso me
permitió zambullirme en un contexto de naturaleza (tanto humana como de otros
tipos) de una forma plena y agradable.
Ana Varela Miño es
una autora nacida en Narón (La Coruña) que en su faceta de traductora nos trajo
textos de Edgar Allan Poe y de Virginia Woolf (de la autora británica hay un
guiño en esta obra y del autor estadounidense yo lo creí encontrar también). En
su producción editorial cuenta sus publicaciones por premios, ya que en 2017
resultó ganadora del Certame de Poesía Francisco Añón con “Asombrario” y
recientemente ha ganado el premio Gonzalo López Abente con ésta, su segunda
obra.
De nuevo pido
disculpas por mi falta de experiencia al adentrarme en obras poéticas (y por
usar el castellano en una reseña de una obra escrita en gallego) pero he de
resaltar que visitar las ruinas donde crecen las ortigas y donde nacen las
hiedras ha sido una experiencia satisfactoria, mucho más cercana de lo que había
supuesto y muy provechosa. Sin duda, una lectura recomendable y con la
ventaja de que, cada vez que la revisitamos (es cortísima) nos otorga unas
sensaciones que no son exactamente iguales a la anterior lectura.