sábado, 9 de noviembre de 2019

"La intrusa", de Éric Faye


Un japonés descubre que una mujer vivió en un armario de su casa oculta durante un año.

Este titular apareció ya en 2008 en un periódico local y pronto se hicieron eco las redacciones de los diarios de la mayor parte de los países del mundo. La extraña situación narrada tras el impactante titular se acompañó además de unas imágenes reales en las que se observaban los movimientos de dicha mujer, imágenes que hoy día denominaríamos virales y seguramente nos llegarían de algún modo a nuestro teléfono. A pesar de ser una noticia curiosa y de poco recorrido, para Éric Faye supuso el argumento del libro al que realizamos nuestra visita de hoy.

Así, tomando como base los datos del artículo periodístico, el autor francés nos plantea una historia en la que un solitario y soltero hombre, metódico hasta la extenuación, vive su anodina existencia en una vivienda situada en las afueras de Nagasaki. Asfixiado por la soledad y la falta de estímulos, su día a día se ve alterado por signos de que algo está sucediendo en su casa: productos que está prácticamente seguro de haber comprado desaparecen de su frigorífico de forma esporádica.


Con el paso del tiempo los signos se convierten en sospechas cada vez más intensas, por lo que el hombre (Shimura) decide instalar una cámara web en su cocina. Tras unos días intentando averiguar qué sucede, observando desde su puesto de trabajo (de meteorólogo) descubre los hechos que saltaron a los informativos de todo el mundo.

Con esta obra el autor francés logró ganar el Gran Premio de la Academia Francesa, y en sus páginas nos presenta una obra intimista en la que, debido a que todos conocemos la historia de antemano, el argumento es lo de menos. En sus escasas páginas nos muestra el proceso de evolución de un personaje que carece de cualquier tipo de motivación personal y cómo percibe a la persona que invadió su intimidad de la forma más extraña que hayamos llegado a imaginar. El tono por el que se desliza la narración me parece una forma muy acertada de homenajear a la literatura japonesa, ya que bien podría estar firmada por un autor de dicho país.

De una forma delicada y contenida, con una mesura muy presente desde el inicio hasta el final de la obra y caminando por el imperturbable silencio de los protagonistas, escuchamos la historia como en susurros. Así, en “La intrusa” no podemos esperar sorpresas, pero sí somos invitados a observar la evolución de los personajes y qué es lo que les lleva a actuar de esa manera, y al mismo tiempo nos invita a reflexionar sobre lo que llevamos cada uno de nosotros dentro y, creo yo, es una de las maravillas que nos proporciona la literatura. En resumen, me ha parecido una obra corta e interesante.