Hay autores a los
que, irremediablemente, identificamos con una obra determinada. Además, hay
algunos que parecen ser escritores de un solo éxito. Si, como es el caso que
traemos hoy, el autor tiene la suerte de tener un éxito abrumador con su primer
libro, la obra posterior (si es que llega a existir) queda eclipsada por la luz
de ese hito. “El perfume” fue un best seller lanzado en los años 80 y que llegó a publicarse en más de cuarenta
idiomas y Patrick Süskind, su escritor, quedó unido para siempre a ese
título.
Sin embargo su
producción literaria no quedó ahí. Y hoy traemos uno de sus relatos
posteriores. La sencillez de lo narrado en esta obra está a la altura de los
grandes clásicos, y nos presenta un pequeño pueblo en el que se instala un
extraño hombre con su esposa. Dado que está envuelto en un halo de misterio y
prácticamente no cruza palabra con nadie, nadie llega a conocer su verdadero
nombre. Así que todos le llaman el señor Sommer (verano en alemán).
El narrador es un
hombre que se remonta a su infancia, cuando no sabía todavía andar en
bicicleta, y del que no llegamos a conocer el nombre. En su caso, tampoco sabemos
el sobrenombre que le hayan puesto. Nuestro cuentacuentos es el vecino del
extraño caballero cuyos días son dedicados en su totalidad a caminar sin
descanso. Desde bien temprano y hasta que se pone el sol, camina con una
pequeña mochila y un bastón a un paso poderoso e imperturbable. El hombre es
víctima de una inquietud que no llegamos a calibrar y que le lleva a eludir
cualquier contacto con el resto de las personas. De hecho, cuando es evidente
que necesita ayuda y le es ofrecida, exclama: “¡Bueno, pues déjenme en paz de
una vez!”
El pueblo en el que
nos encontramos, en el norte de Alemania, y del que conocemos tan solo un nombre
ficticio, es el escenario perfecto para que el autor desarrolle su talento. Lo
poco que conocemos de Süskind (de su vida privada) lo recubre de un misterio
similar al que despierta el vecino de nuestro protagonista entre los habitantes
de su pueblo.
Tan solo se conocen unas pocas fotografías del autor, y la mayoría son de hace un
buen puñado de años. Además, raramente concede entrevistas (creo que tan solo
hay una pequeña publicada). El autor, que confesó haber recorrido Francia en
una Vespa para documentarse en las perfumerías más famosas para escribir su
novela más célebre, se nos muestra como una especie de Salinger esquivo y tan unido
a Jean Baptiste Grenouille como el estadounidense a Holden Caulfield. Pero no.
Al menos es digna de mención “La historia del señor Sommer”.