En la a menudo complicada tarea de elegir
el próximo libro que se va a leer, a cada persona le pueden llegar a afectar
aspectos muy diferentes en lo que respecta a cualquier otra persona. En el
libro que traemos hoy hubo muchos condicionantes, de los cuales el más determinante es el siguiente: una librería que tenía miles
de libros usados puestos a la venta por tan solo un euro. Tras un repaso minucioso y delicioso a cada uno de ellos la búsqueda hizo que llenase una buena bolsa con varios ejemplares.
En una librería de usados se
pueden encontrar muchos libros de los que la gente simplemente se quiere
deshacer: manuales obsoletos, novelas que tuvieron un fugaz éxito, panfletos
que aprovecharon el éxito del momento para sacar una portada, título y sinopsis
similares que llevasen a la confusión al lector o ejemplares que sirvieron de relleno de colecciones por fascículos que solían
servir como adorno en estanterías.
Y entre ellos, entre libros que parece nunca van a volver a ser leídos, se encuentran
ejemplares que parecen brillar por sí solos. Entre ellos encontré el nombre de
Paul Auster. Para mí ese nombre es sinónimo no de genialidad, sino de oficio.
Dignifica el oficio de escritor con su estilo capaz de regalarnos personajes
con una personalidad muy marcada y que entrelazan sus vidas de una manera muy
peculiar. Así que, pensando en que seguramente la persona que decidió ponerlo
a la venta por tan ínfima cantidad no lo había leído y teniendo fresca la
lectura de “El libro de las ilusiones” (reseñado en esta misma página) del mismo autor, “Leviatán” esperó pacientemente
su turno desde entonces en una de mis estanterías.
Ese turno le llegó por fin hace un
par de semanas, con un período de precaución en medio para no sufrir el “hastío
de autor” que tanto temo y que ha hecho que, por ejemplo, Haruki Murakami sea
siempre una de mis últimas opciones. Al abrir este libro, y desde las primeras
páginas, se respira el buen hacer del autor neoyorquino y esa especie de
argumento “matrioska” al que nos tiene habituados y en el que dentro de la
historia principal vamos descubriendo más historias, algunas de ellas pequeñas
y otras más grandes, pero la mayoría con un valor delicioso.
El argumento de “Leviatán” es un
tanto particular: en una remota carretera de los Estados Unidos aparece el cuerpo
de un hombre, que aparentemente sufre un accidente al manipular la bomba que
estaba preparando para ser utilizada en un acto indeterminado. Ese hecho lo vincula con una serie de atentados con bomba que se viene sufriendo desde hace tiempo a lo largo de todo el país. Al ser muy
difícil el poner nombre a los restos mortales, la policía ha de comprobar
cualquier prueba. Una de ellas (la única lógica que pueden seguir) es una nota
que les lleva a realizar un interrogatorio a un tal Peter Aaron, ya que
aparecen sus datos en la misma.
En el interrogatorio Peter,
escritor de profesión (y nuestro narrador), niega saber quién puede estar tras
un hecho así. Sin embargo, desde ese momento decide iniciar la escritura de una
biografía: la de su amigo Benjamin Sachs, quien, sin duda, es la persona
fallecida. Y así es como Paul Auster nos presenta este libro: como la biografía
desde la primera a la última página de Ben contada por su amigo Peter.
Como decíamos, el talento de
crear personajes y de usarlos como piezas de un puzzle que poco a poco va
encajando y relacionando en un avance complejo que parece no tener un desenlace
lógico está presente en este libro, como en otros del mismo autor.
Particularmente me parece una delicia acercarme a esas pequeñas historias y a
esos personajes tan calculados y diseñados para transmitirnos emociones.
Sin embargo también he de decir que
sitúo a “Leviatán” en un peldaño (o tal vez dos) inferior a “El libro de las
ilusiones”, que a mi modo de ver tiene al mismo autor con los mismos argumentos
pero con mayor oficio y mayor vigor, en un resultado para mí más redondo que el
que comentamos hoy. A pesar de todo, y teniendo en cuenta a modo de advertencia
que Auster tiene fases en las que la lectura se acelera y otras en las que se
ralentiza (lo que no agrada a todos los lectores), “Leviatán” me parece un
libro perfectamente recomendable. Tras él inicio de nuevo un período en el que dentro de unos meses revisitaré al autor con otro de sus libros.