miércoles, 22 de mayo de 2024

"Noches blancas", de Fiódor Dostoievski

Se conoce como noches blancas a las provocadas por un fenómeno astronómico, ocurrido durante la cercanía del solsticio de verano (nuestro San Juan) en zonas polares. La claridad del día se mantiene más allá de la puesta del sol, y la noche mantiene un atractivo crepúsculo. 

Entre otros muchos lugares, las noches blancas son un acontecimiento en San Petersburgo, donde incluso se celebran festivales. Esas noches son las elegidas por Dostoievski para situar la narración de la novela corta que traemos hoy.


Si añadimos que el título es completado de una forma tan reveladora como "Novela sentimental. (De las memorias de un soñador)" será fácil adivinar que seguiremos durante unas noches (cuatro) a un idealista y soñador joven, condenado por su timidez a una soledad no deseada y que él considera será eterna. El mozo está acostumbrado a relacionarse "a distancia" con los habitantes de su ciudad, a algunos de los cuales reconoce y clasifica por su hábitos y su talante. Sin embargo, se siente más cómodo en la soledad de las noches. Y últimamente parece sentir un abatimiento demasiado intenso.


En uno de sus paseos nocturnos observa a una joven, por la que inmediatamente se siente atraído. Sin embargo, como corresponde a su timidez, no hay posibilidad de que entable una conversación con la bella y despistada muchacha. La casualidad hace que Anastasia (Nástenka) sufra un incidente y nuestro protagonista tenga que acudir a socorrerla. Desde ese momento nace un amor que en la mente del joven será eterno, y quién sabe si correspondido. Con ella nace una ilusión imparable.


"Noches blancas" es una de las primeras obras del genio ruso, y se nota esa juventud en cómo refleja las inquietudes propias de la edad, los idealismos y las ensoñaciones. Tiene el sabor de la inocencia de los primeros besos, de  los castillos en el aire que nos traen miradas y confidencias a esa edad, de lo efímero del amor y de lo duradero del desamor, de cómo un sentimiento (el más grande) puede darnos fuerza para prácticamente cualquier cosa. Es una lectura deliciosa y perfecta para adentrarnos en la literatura de, según Stefan Zweig, "el mayor conocedor del alma humana". Casi nada. Por cierto, la edición es deliciosa, como suele suceder con los libros editados por Nórdica.