domingo, 5 de mayo de 2024

"La verdad sobre la luz", de Auður Ava Ólafsdóttir

Si buscamos la palabra matrona en el diccionario, nos dirá que es una persona especialmente autorizada para asistir a las parturientas. También podemos encontrar sinónimos de esa palabra como comadrona, comadre o partera. 

Sin embargo, la palabra que utiliza el islandés, y que en su momento fue votada como la más hermosa de su idioma, es ljósmódir, que traducida nos sale el maravilloso significado de "madre de la luz". Dýja, la protagonista de "La verdad sobre la luz", es matrona.


Además de esa reveladora forma de denominar esa labor, en Islandia parece ser habitual que la función sea heredada por las generaciones sucesivas de la familia. Así, la tía abuela de Dýja, Fífa, también era matrona o madre de la luz, y ésta a su vez heredó la labor de su madre, bisabuela de Dýja. Ahora, tras la muerte de su tía abuela, Dýja ha ayudado a nacer a su bebé número 1922. 


Regresa a su piso (anticuado y obsoleto ya, que compartió durante los últimos años con su tía abuela) y ha de enfrentarse a una tarea grata y engorrosa al mismo tiempo: intentar dar sentido a cientos de manuscritos que Fífa dejó en cajas en su casa y en los que anotó sus conocimientos como matrona, además de sus reflexiones sobre la vida, sobre la naturaleza y sobre el ser humano.


"La verdad sobre la luz" tiene una estructura curiosa y poco convencional, y a la labor de reconstrucción de la memoria de su familia la autora suma la eterna colección de preguntas que acompaña al ser humano (¿Quién soy? ¿De dónde vengo?, etc.), Y lo hace acompañando esa peculiar estructura con innumerables frases para subrayar, y un tono poético que quiero calificar de delicioso. "La verdad sobre la luz" es un libro que me ha encantado, que en ocasiones me ha maravillado, y que supone una sorpresa tremenda en mis lecturas de este año. También creo que es un libro que está hecho para una minoría lectora, sin saber muy bien qué características hemos de tener los lectores de esa minoría para disfrutarla.


Como curiosidad he de decir que, hasta que terminé el libro y (lo suelo hacer después y no antes, por eso de comenzar la lectura a ciegas) busqué información sobre el mismo, estaba convencido de que la trama estaba basado en hechos reales. Vamos, que no era ficción. Algo bueno habrá hecho esta autora, a la que sin duda voy a seguir leyendo, pero de la que no recordaré su nombre (será la autora de "La verdad sobre la luz" siempre). Me ha encantado.