martes, 11 de abril de 2023

"Cosas pequeñas como esas", de Claire Keegan

 Estamos en una Irlanda en ebullición, en mitad de la década más complicada en muchos aspectos para la población, los convulsos años 80. Bill Furlong es una persona muy apreciada y respetada por la mayor parte de los vecinos. Casado desde hace ya una eternidad es padre de cinco hijas y con mucho trabajo a lo largo de los años llegó a hacerse con una pequeña flota de camiones con los que comercializa carbón de diferentes calidades y madera para las chimeneas y cocinas de su localidad.

 

A pesar de ser el jefe de la empresa su trabajo es incansable, y sirve de sol a sol sus cargamentos de carbón a tantos vecinos como puede, siempre de forma atenta y amable. Estamos en la víspera de Navidad, y el invierno está siendo duro, lo que significa que seguramente pueda aguantar otro año más sin despedir a ningún trabajador por el aumento de necesidades de calor en cada hogar. Entre los vecinos a los que sirve (y a veces fía su mercancía hasta que vengan tiempos mejores para los clientes) se encuentra la Lavandería de la Magdalena, una institución regida por religiosas que tuvo ramificaciones por todo el país durante siglo y medio.

 

Allí pasa la mañana de Navidad, y a pesar de que acudir a la misa es un compromiso casi inquebrantable para él, no le queda más remedio que aceptar la invitación de la madre que dirige el centro en el que niñas que no tienen familia ni otro lugar al que acudir desarrollan sus labores. Como es habitual, las monjas son educadas y hospitalarias con él y hoy lo son incluso de una forma más intensa. El retrasarse al acudir a la iglesia seguramente le reportase un problema ante su esposa, pero el cambiar la situación es algo que está fuera de su alcance.

 

“Cosas pequeñas como esas” nos da muchas pistas ya en su propio título: se trata de una historia minúscula (sus poco más de ochenta páginas se encuentran en el límite de novela corta o relato largo y novela) en la que los pequeños detalles van marcando la narración. La sutilidad al ofrecer una historia sin caer en recrearse en las posibles partes negativas que pudiese contener es, para mi gusto, muy de agradecer, y engrandece el texto. También la voz elegida, que sigue a Bill durante su jornada laboral, me parece muy adecuada.

 

Sin embargo creo que el mayo acierto de la irlandesa Claire Keegan, la autora, es poner en una balanza el dilema moral que hace asomar (en lugar de arrojar) ante nuestros ojos, poniendo en un lado de la balanza a Bill y en el otro a Eileen, su esposa y madre de sus hijas. No creo que pueda dar muchos más datos sin descubrir mínimamente parte de la trama, y creo que es un texto para disfrutar en esa medida, sin saber muy bien en qué nos adentramos.

 

Creo que lo más destacable es, como dije ya, la sutilidad con la que enfrenta la historia, la delicadeza de dejar al lector ir descubriendo lo que se quiere contar, y la perspicacia de dar por hecho que será entendido en su totalidad a pesar de tan solo mostrar pequeñas sugerencias. No conocía a la autora, y me alegro de haberme decidido a leerla, porque creo que es una voz potente a la que seguir en futuras lecturas. Pequeña obra pero acertada en su medida y su contenido. No le sobra ni le falta nada a una historia contada de forma muy personal.