Paul es un hombre,
se supone que ya rondando la edad madura, que nos recuerda cómo, cuando tenía
tan solo 19 años y vivía con sus padres en un vecindario de clase media tirando
a alta (sí, de esos que en las películas norteamericanas los anfitriones
invitan a sus vecinos a tomar un cóctel y los fines de semana sus habitantes se
ven en el selecto club al que todos quieren ir) con una formación escolar
bastante notable y con el futuro (sospechamos que brillante) a medio construir.
Seguramente te habrás hecho ya una idea del entorno y del tono del libro. Sin
embargo hay que añadir que la ubicación es en un pueblo de la Gran Bretaña de
hace unas décadas. Por lo tanto, el sarcasmo y la ironía son ingredientes que no
van a faltar en nuestra historia, “La única historia”.
En ese pueblo, en
el que Paul creció aparentemente con un futuro diseñado años atrás por sus
padres, es imprescindible para medrar (en la medida en la que éstos desean)
formar parte del Club de Tenis cercano, en el que el joven establecerá
relaciones que, a buen seguro, serán importantes durante toda su vida. Incluso es muy probable que pueda elegir entre cinco o seis posibles futuras esposas entre los miembros de ese club. Paul es
reticente, ya que no se le ocurre un ambiente más ridículo y prescindible que
el de sus vecinos más elitistas (¿se puede y se debe decir todavía pijos?) que
parecen sacados de un anuncio de Barbie y Ken. Sin embargo, más porque su madre
y su padre no tengan motivos para insistir que por cualquier otra cosa, decide ir un día de verano invitado
a jugar un partido de tenis.
Se está celebrando
esos días una especie de torneo en la modalidad de parejas mixtas, y a Paul le
asignan de compañera a Susan, una mujer casada de 48 años, con dos hijas, y por
supuesto vecina de su familia (con una casa más grande, más glamurosa, más todo…).
A pesar de que Susan encaja aparentemente en el cliché en el que Paul la colocó
en cuanto la vio, el humor que comparten y la confianza que poco a poco van
tomando uno y otro hacen que se vean más cercanos de lo esperado. Tan cercanos
que… bueno… ya lo imaginas, ¿no? Pero será mejor que te lo cuente el propio
Paul.
“La única historia”
es la primera novela que leo de Julian Barnes. Me esperaba una novela con un
típico humor inglés, dispuesto a usar el sarcasmo como reactivo para ir
corroyendo el esqueleto de la historia que nos cuenta, de la sociedad que nos
muestra y de las personas que la forman. Y así fue, ya que gotas de sarcasmo,
de humor inglés y ese tono cínico que no puede faltar acompañan a la historia.
O a parte de la misma. Porque esta novela va mucho más allá.
El autor se vale de
una primera persona en la que Paul nos narra los detalles de cómo se conocieron
Susan y él, aportando detalles que no siguen un orden cronológico y que parecen
más un catálogo de recuerdos. Esa primera persona (y la parte Uno del libro) es
la más frívola y superficial de la historia. Conoceremos por encima a Susan, a
su marido y sus hijas, a los amigos de Paul y a sus padres, y también la menos
brillante de lo que desean existencia de
ese vecindario, de esa clase social, de esa forma de vida. Sin embargo, a
medida que avanza el libro el autor se vale de la narración en segunda persona
para traernos al barro y dejarnos claro que no, que no será un libro cómodo de
leer, que si queremos saber toda la historia también tendremos que conocer las
partes más oscuras y menos agradables.
Por último, también
emplea la tercera persona, en esta ocasión para reflexionar un poco más en
profundidad. Nos invita a hacernos preguntas que no está mal hacerse, nos pinta
una persona (Paul) mucho más humana de lo que en principio pensábamos que
íbamos a conocer. Y con humana me refiero a con muchas más contradicciones,
dudas y preguntas, de lo que es habitual leer. Muchas de esas preguntas no
tienen respuesta, o quizás tienen tantas respuestas como personas se las
lleguen a plantear. Por ejemplo, la pregunta con la que empieza el libro:
¿Preferirías
amar más y sufrir más o amar menos y sufrir menos?
Seguramente tendrás
tu propia respuesta a esa pregunta. Y es lo que pretende el autor con este
libro: que busquemos nuestras respuestas. Como decía al principio, es mi
estreno con Julian Barnes y me he encontrado a un autor inteligente, con
oficio, con talento y con historias en sus manos que valen la pena. No sé si “La
única historia” es su mejor libro (ganó el premio Booker con otra de sus
historias, pero eso no quiere decir nada) ni tampoco si la estructura de esta
novela se repetirá en sus otros libros. Lo que sí sé es que me ha valido la
pena decidirme a conocer su obra.