lunes, 22 de febrero de 2021

"Sostiene Pereira", de Antonio Tabucchi

 

Nos encontramos en la Lisboa del año 1938, lo que supone una situación política muy particular: en Portugal estaba al mando Oliveira Salazar, durante lo que se llamó la Segunda República o Estado Novo y que, incluyendo algunos cambios de contenido, supuso una dictadura dirigida por Oliveira Salazar que acabó bastantes años después, con la Revolución de los Claveles. Además, en la Península Ibérica se estaba también librando una batalla por el poder en España, que suponía un campo de pruebas para que las potencias ensayasen lo que parecía y finalmente resultó inevitable: un conflicto a nivel mundial, que comenzó un año después.

 

En ese contexto conocemos a nuestro protagonista: Pereira. Se trata de un periodista con una dilatada carrera que en esos momentos se encarga de la sección de Cultura de una publicación (bastante conservadora y católica) que sale periódicamente con la cabecera de Lisboa. Su tranquila y solitaria vida transcurre sin sobresaltos y las conversaciones que mantiene habitualmente se limitan a un círculo muy reducido: la portera de su edificio (que quizás informe a la policía de cada cosa que pueda interesarle), el director de su periódico,  el camarero del bar en el que habitualmente realiza alguna comida y el retrato de su esposa fallecida.

 

Esa tranquilidad se ve trastocada en cuanto conoce a Monteiro Rossi, un joven con ascendencia italiana que conoce y al que contrata para la descabellada tarea de realizar necrológicas de escritores que todavía no han fallecido. A pesar de su insistencia, el joven Rossi no parece capaz de entregarle ningún artículo que Pereira pueda publicar en las condiciones que le solicita, y a cambio sí es capaz de meterlo en una serie de compromisos que lo sacarán de su rutina.

 

“Sostiene Pereira” es una novela publicada en 1994 y consiguió unificar el criterio de público y crítica, lo que sumado a los premios que obtuvo nos da una idea de que es un libro que suele gustar y uno de los más recomendados de las últimas décadas. Su estilo es muy particular, y por poner un ejemplo las palabras que dan título a la obra se repiten durante la narración un sinfín de veces. Además, los hábitos del protagonista (hablar con el retrato de su esposa, comer omelettes a las finas hierbas o saborear una limonada en el Rossio o una copita de Oporto) son repetidos también hasta la saciedad, creando deliberadamente una sensación de rutina que no nos abandona durante toda la lectura.

 

El período elegido por el autor para situar la narración nos puede dar una idea clara de lo que pretendía: una crítica a las prácticas que los regímenes autoritarios llevaron a cabo en algunos países europeos, ya fuesen regímenes fascistas o comunistas. El cuidado que tenía que tener Pereira a la hora de escoger de qué hablar (simplemente por hablar de autores franceses ya despertó sospechas de ser subversivo) da buena muestra de la intención del escritor.

 

Tan solo me queda dar una pequeña pincelada de lo que supuso para mí la lectura. Hay libros que son tildados de obra maestra por muchas personas, y éste es uno de ellos. Difícil es encontrar una opinión que no sea fervientemente favorable, y en ocasiones como ésta me resulta complicado emitir una opinión que no vaya en ese sentido, y no lo voy a hacer. No creo que “Sostiene Pereira” sea un mal libro ni mucho menos, y veo un buen puñado de virtudes en él. También reconozco el marcado estilo que quiso plasmar el autor. Sin embargo, sea por el momento en el que lo leí o por las razones que sean, me resultó una lectura (aunque corta) reiterativa hasta la saciedad y con un personaje plano (es deliberado, pero se me hizo demasiado) y una lectura, aunque ágil, aburrida y de la que, creo, pronto me olvidaré. Es lo que saqué del libro, y ojalá hubiese sido diferente.