En ese contexto
conocemos a nuestro protagonista: Pereira. Se trata de un periodista con una
dilatada carrera que en esos momentos se encarga de la sección de Cultura de
una publicación (bastante conservadora y católica) que sale periódicamente con
la cabecera de Lisboa. Su tranquila y solitaria vida transcurre sin sobresaltos
y las conversaciones que mantiene habitualmente se limitan a un círculo muy
reducido: la portera de su edificio (que quizás informe a la policía de cada
cosa que pueda interesarle), el director de su periódico, el camarero del bar en el que habitualmente
realiza alguna comida y el retrato de su esposa fallecida.
“Sostiene Pereira”
es una novela publicada en 1994 y consiguió unificar el criterio de público y
crítica, lo que sumado a los premios que obtuvo nos da una idea de que es un
libro que suele gustar y uno de los más recomendados de las últimas décadas. Su
estilo es muy particular, y por poner un ejemplo las palabras que dan título a
la obra se repiten durante la narración un sinfín de veces. Además, los hábitos
del protagonista (hablar con el retrato de su esposa, comer omelettes a las
finas hierbas o saborear una limonada en el Rossio o una copita de Oporto) son
repetidos también hasta la saciedad, creando deliberadamente una sensación de
rutina que no nos abandona durante toda la lectura.
Tan solo me queda dar
una pequeña pincelada de lo que supuso para mí la lectura. Hay libros que son
tildados de obra maestra por muchas personas, y éste es uno de ellos. Difícil
es encontrar una opinión que no sea fervientemente favorable, y en ocasiones
como ésta me resulta complicado emitir una opinión que no vaya en ese sentido,
y no lo voy a hacer. No creo que “Sostiene Pereira” sea un mal libro ni mucho
menos, y veo un buen puñado de virtudes en él. También reconozco el marcado
estilo que quiso plasmar el autor. Sin embargo, sea por el momento en el que lo
leí o por las razones que sean, me resultó una lectura (aunque corta)
reiterativa hasta la saciedad y con un personaje plano (es deliberado, pero se
me hizo demasiado) y una lectura, aunque ágil, aburrida y de la que, creo,
pronto me olvidaré. Es lo que saqué del libro, y ojalá hubiese sido diferente.