miércoles, 3 de marzo de 2021

"Hamnet", de Maggie O´Farrell

En una casa del pequeño pueblo de Stratford vive  la protagonista de la historia, Agnes, junto a su esposo (que debido a su trabajo vive largas ausencias que lo mantienen en Londres) y a sus hijos Susanna y los gemelos Judith y Hamnet. Su día a día se mezcla con el de la familia paterna, ya que su vivienda fue construida en un anexo de la antigua casa familiar. A pesar de ser una morada en la que habitualmente entre la suma de abuelos, tíos, hermanos y sirvientes el bullicio es notorio, el día en el que se inicia la narración Hamnet no encuentra a ninguna otra persona que su hermana.

 

Y su hermana, Judith, es una niña débil y enfermiza que tiene a toda la familia habituada a sus fiebres y recaídas. A pesar de ello, Hamnet siente que hoy, en este momento, la fiebre es más preocupante que nunca. Son vanos sus intentos de encontrar a un adulto que pueda poner remedio o mitigar el mal de su gemela, y el niño busca desesperada e infructuosamente por todas partes.

 

Paralelamente a ese momento, la narración nos lleva a unos años antes, cuando sus padres se conocieron y a la formación de una familia que vivió entre finales del siglo XVI (el período que vamos a conocer) y principios del XVII. A caballo entre el momento narrativo inicial y los saltos al pasado conoceremos con todo detalle los momentos más importantes de esta peculiar familia y de cada uno de sus miembros. ¡Ah! Se me olvidaba. A pesar de que el marido de Agnes, que es llamado padre, hermano, prefecto, comediante, y de numerosas maneras durante todo el libro excepto por su nombre, se trata ni más ni menos que de William Shakespeare.

 

Y esa ausencia del nombre durante toda la narración me parece de lo más adecuada, ya que aunque la historia está basada en personas reales y en hechos (algunos de ellos) que están vagamente documentados, lo importante de este libro no es la literalidad de los hechos, sino cómo los imagina la autora: Maggie O´Farrell. En los últimos años he leído varios libros de esta escritora y,  si tú también lo has hecho, es posible que la tengas en tan buena estima como yo. Si no es así, has de saber que O´Farrell tiene un don especial para crear personajes, y los llena de una sensibilidad extrema y de una carga de profundidad difícil de igualar. Además, también hay que señalar que es una creadora que rehúye ceñirse a un solo género, por lo que es difícil (imposible) de encasillar. Al menos a mí no me es posible relacionar uno de sus libros con otro de otra manera que la magia creando personajes.

 

¿Y qué género tiene “Hamnet”? Difícil de decir. Y, sinceramente, también es lo de menos. Ya hace un par de días que he terminado el libro e intento contener mis emociones para no parecer un fan enloquecido, pero me será difícil. Creo que “Hamnet” es el libro que Maggie O´Farrell nació para escribir. Si habitualmente sus personajes son fuertes, intensos, profundos y difíciles de olvidar, el regalo que nos hace con Agnes es insuperable. Además nos trae un icono de la Literatura y lo convierte en hijo, en esposo, en padre, en torpe trabajador, en un hombre normal y corriente con sus luces y sus sombras, lo que resulta muy estimulante.

 

A su lado, una serie de personas dibujadas tal y como lo somos todos nosotros, y son mostradas de una forma poco literaria y muy humana, lo que para mí es una tremenda virtud. O´Farrell se permite al inicio del libro ir presentando la trama envolviéndola en un halo de realismo mágico, que irá acompañando a la narración con alguna que otra pincelada durante todo el libro. Sin embargo, ese factor, unido a que se apoya en mostrar las costumbres de la época, no nos va a “expulsar” del fabuloso viaje que emprendemos para conocer una historia dura y hermosa al mismo tiempo, sino que es un delicioso ornamento que embellece de una forma muy lírica la presentación de una familia, de unos personajes, de una trama, muy potentes, muy intensos, muy grandes.

 

En una época que está resultando difícil, y en un año que prometía ser mejor que el anterior (innombrable ya) y que parece que no está dispuesto a cumplir con las expectativas, estoy teniendo una suerte increíble en cuanto a las lecturas. De hecho, llevo ya cuatro libros que se han colado entre mis preferidos de toda la vida, lo que es una media inconcebible. Sin embargo, leer un libro como “Hamnet” tiene también una contrapartida: echo de menos a Hamnet, a Judith, a Susanna, a Agnes, al marido/padre/hermano/hijo y todo el mundo que una de las escritoras para mí más interesantes (no ya de los últimos años, sino de mi vida) creó y que, como digo, parece que toda su carrera se dirigió a este momento. Un momento arriesgado, curioso, atrevido y tremendamente acertado.

 

Y los echo de menos de una manera que me impide meterme en otra historia, lo que no me suele suceder. Hay en este mundo un sinfín de lectores, cada uno con sus gustos y con sus preferencias. Evidentemente Maggie O´Farrell no va a contentar a todos los lectores, ni a la mayoría: no la imagino en la estantería de los más vendidos (ojalá fuese así, pero no lo veo factible). Sin embargo, hay un porcentaje de lectores a los que su sensibilidad, su habilidad, su capacidad, su talento y su oficio pueden dejarnos sin armas, sin palabras, y arrastrarnos gustosamente a la historia que ella imagina. Yo soy uno de ellos, es evidente. Y si pudiese pedir un deseo literario, sería no haber leído “Hamnet” para poder volver a disfrutar de él de nuevo, con las mismas sensaciones. Lo bueno es que se quedan conmigo, en un sitio muy muy dentro de mí. Ojalá tú también sientas lo mismo al leerlo.