Y su hermana,
Judith, es una niña débil y enfermiza que tiene a toda la familia habituada a
sus fiebres y recaídas. A pesar de ello, Hamnet siente que hoy, en este
momento, la fiebre es más preocupante que nunca. Son vanos sus intentos de
encontrar a un adulto que pueda poner remedio o mitigar el mal de su gemela, y
el niño busca desesperada e infructuosamente por todas partes.
Y esa ausencia del
nombre durante toda la narración me parece de lo más adecuada, ya que aunque la
historia está basada en personas reales y en hechos (algunos de ellos) que
están vagamente documentados, lo importante de este libro no es la literalidad
de los hechos, sino cómo los imagina la autora: Maggie O´Farrell. En los
últimos años he leído varios libros de esta escritora y, si tú también lo has hecho, es posible que la tengas
en tan buena estima como yo. Si no es así, has de saber que O´Farrell tiene un
don especial para crear personajes, y los llena de una sensibilidad extrema y
de una carga de profundidad difícil de igualar. Además, también hay que señalar
que es una creadora que rehúye ceñirse a un solo género, por lo que es difícil
(imposible) de encasillar. Al menos a mí no me es posible relacionar uno de sus
libros con otro de otra manera que la magia creando personajes.
A su lado, una
serie de personas dibujadas tal y como lo somos todos nosotros, y son mostradas
de una forma poco literaria y muy humana, lo que para mí es una tremenda
virtud. O´Farrell se permite al inicio del libro ir presentando la trama envolviéndola
en un halo de realismo mágico, que irá acompañando a la narración con alguna
que otra pincelada durante todo el libro. Sin embargo, ese factor, unido a que
se apoya en mostrar las costumbres de la época, no nos va a “expulsar” del
fabuloso viaje que emprendemos para conocer una historia dura y hermosa al
mismo tiempo, sino que es un delicioso ornamento que embellece de una forma muy
lírica la presentación de una familia, de unos personajes, de una trama, muy
potentes, muy intensos, muy grandes.
Y los echo de menos
de una manera que me impide meterme en otra historia, lo que no me suele
suceder. Hay en este mundo un sinfín de lectores, cada uno con sus gustos y con
sus preferencias. Evidentemente Maggie O´Farrell no va a contentar a todos los
lectores, ni a la mayoría: no la imagino en la estantería de los más vendidos
(ojalá fuese así, pero no lo veo factible). Sin embargo, hay un porcentaje de
lectores a los que su sensibilidad, su habilidad, su capacidad, su talento y su
oficio pueden dejarnos sin armas, sin palabras, y arrastrarnos gustosamente a
la historia que ella imagina. Yo soy uno de ellos, es evidente. Y si pudiese pedir
un deseo literario, sería no haber leído “Hamnet” para poder volver a disfrutar
de él de nuevo, con las mismas sensaciones. Lo bueno es que se quedan conmigo,
en un sitio muy muy dentro de mí. Ojalá tú también sientas lo mismo al leerlo.