Un escritor cuyo
mejor momento parece haber quedado muy lejos en el tiempo, se encuentra enfermo aparentemente de gravedad y convencido de que el
tiempo que le queda es escaso. En esas circunstancias sufre por no haber podido escribir la obra maestra
que piensa tenía dentro. Por ello, aunque sabe que será un proceso
prácticamente inviable por el vertiginoso avance de su fin, decide intentar escribir su
último relato. Quién sabe, tal vez retome esos tiempos en los que se codeaba
con los mejores autores de su generación, y retome aquel talento que hacía presagiar una
carrera literaria que no llegó al punto deseado.
Para ello, para gastar su última bala, se vale
de los recuerdos que guarda de uno de los personajes más peculiares que ha
llegado a conocer: el ruletista. Aunque probablemente caiga en el olvido con el
paso del tiempo, el narrador/escritor nos muestra cómo un espectáculo que nació
en la clandestinidad y en las más precarias instalaciones, en las que un
promotor sin escrúpulos intentaba convencer al indigente con menores pretensiones
económicas que valía la pena ponerse ante un grupo de personas por un puñado de
billetes.
¿Y en qué consistía
el espectáculo que era ofrecido en los más sórdidos antros de la ciudad? Un
grupo de espectadores decidían apostar su dinero de esta manera: el promotor
mostraba un revólver con capacidad para albergar seis balas, introducía tan
solo una en el tambor giratorio, quedando cinco de los espacios vacíos, y lo
giraba sin mirar la colocación de la única bala. En ese momento entregaba al
indigente el revólver quien, manteniendo sus ojos tapados, ponía el arma en su
sien y, tras unos segundos, apretaba el gatillo. Tan solo había dos opciones:
vida o muerte del indigente.
Los afortunados que
no percutían ninguna bala, sino que resultaba que la bala se encontraba en otro
de los agujeros, solían no volver a intentar esa hazaña, sino que se retiraban
con el poco dinero que obtenían. Sin embargo, alguno de ellos decidía ponerse
cara a cara con la muerte y tentar de nuevo a la suerte, lo que aumentaba el
interés de los apostadores. Rara vez llegaban a una tercera. Sin embargo, el
legendario ruletista que nos recuerda el escritor que narra la historia cambia
ese concepto, y también saca de la clandestinidad y la pobreza un espectáculo
que lo convierte en una celebridad.
“El ruletista” es
una de las obras más destacadas del autor rumano Mircea Cărtărescu, seguramente
el más célebre en la actualidad y un habitual en las listas que, año tras año,
pronostican el vencedor del Premio Nobel de Literatura. A pesar de ser un
relato corto, está contenido en él gran parte del talento del escritor, y lo
que a priori parece una historia menor, se convierte en un gran ejercicio
literario en el que nos convertimos al mismo tiempo en lectores y espectadores,
en apostadores y sentimos la adrenalina que viven los que asisten al
espectáculo. Pero al mismo tiempo es capaz de mostrarnos la angustia que siente
el (des)afortunado protagonista.
Creo que la fórmula
que empleó el autor rumano en el que los ingredientes de tensión, reflexión, y
una narración sustentada por un (al principio desconcertante) escritor en un
proceso creativo complicado hace que el resultado sea cercano a redondo, siendo
“El ruletista” un cuento que vale la pena leer y que, como me ha resultado a
mí, parece ser un sobresaliente acercamiento a un escritor de lo más
interesante. Por si no te has convencido solo me queda indicar que la edición que he leído es "un Impedimenta", lo que viene siendo sinónimo de cuidado y buen gusto.