Paolo Giordano consiguió
sorprender con su debut como escritor, “La soledad de los números primos”. Con
ese libro, logró reunir un buen número de críticas positivas y algún que otro
galardón por su calidad literaria. Además de ello, un enorme éxito de venta y
dejar satisfecho a un gran número de sus lectores, aunque debido al argumento
poco complaciente y a su exposición intimista, también cosechó un porcentaje de
lectores insatisfechos, incapaces de conectar con la historia.
Como es habitual en los autores
que triunfan con su primera novela, publicar su segundo libro se llega a
convertir en una especie de pesadilla. Giordano desechó miles de páginas y
varios argumentos hasta decidirse a publicar “El cuerpo humano”.
Lo primero que habría que
preguntarse al tratarse del relevo de un libro tan particular como “La soledad
de los números primos” es si se trata de un libro similar. La respuesta es
negativa.
“El cuerpo humano” nos presenta a
un pelotón del ejército italiano en sus horas previas al viaje para tomar el
relevo y pasar seis meses en el campamento de la base de Fob Ice, en el sur de
Afganistán.
Con ello Giordano nos sitúa en un
lugar desolado y desolador. El autor nos hace un esquema de las personas que
forman dicho pelotón: desde el subteniente René, uno de los protagonistas
principales de la historia, pasando por un gran número de los soldados a su
mando, y terminando en el atormentado Teniente Eggito, médico del relevo
anterior que, en lucha con una profunda depresión, decide solicitar el reenganche
y quedarse en Afganistán alargando su estancia en el país otros seis meses.
La difícil convivencia en la
base, el choque de culturas entre personas que son trasladadas desde el primer
al tercer mundo, las relaciones personales y los retazos del pasado de los
personajes se van entrelazando mientras avanzamos hasta lo que forma el
argumento principal del libro: una peligrosa misión de escolta sobre un buen
número de camiones que circularán por carreteras que se encuentran bajo el
control de guerrilleros talibanes.
En estos momentos ya podemos
considerar como una de las características principales del autor el ser capaz
de trasmitirnos la vida interior de los personajes de la espléndida forma en la
que lo hace. En esta ocasión ha de multiplicarse en esa tarea para presentarnos
a un gran número de personajes, tratándose de una novela que puede considerarse
coral. Sus personalidades son desgranadas antes, durante y después de la misión
que les marcará a todos y cada uno de ellos de por vida.
Es una digna segunda obra del
autor, que seguramente tendrá una larga y exitosa carrera. Es también un
acierto alejarse del tono sombrío de “La soledad de los números primos” y
adoptar esta novedosa manera de contar una historia, que trata sobre la guerra
pero que no puede de ninguna manera considerarse una historia bélica. Es además
una deliciosa exposición de personajes.
Lo que sí eché en falta en el
libro es un poco más de ambición. La vida previa de los personajes antes de llegar a la base es tratada
por encima (deliberadamente) para colocarnos lo antes posible en el marco de la
novela. Ello, a mi modo de ver, hace que el lector esté un poco desorientado en el inicio y le hace entrar un poco tarde en la
historia, y, de hecho, una vez terminado el libro, no pude resistirme a la
tentación de volver a empezarlo para disfrutarlo en mayor dimensión.
De haberse publicado “El cuerpo
humano” con anterioridad a “La soledad de los números primos”, probablemente no
hubiese alcanzado el éxito de su debut. Sin embargo, es un libro que vale la
pena leer, con el que el autor lucha encarnizadamente por no “encasillarse” en
un tipo determinado de libros, que suma más que resta a su carrera y promete ir
madurando en los próximos libros.