Existen multitud de escritores
cuyo nombre quedará relacionado para siempre con la más notable de sus obras, y
cualquier otro tipo de obra literaria que haya producido dicho autor está
destinada al olvido. Del mismo modo, también nos encontramos con escritores
que, por diversos motivos, limitaron su carrera literaria a la publicación de
una única obra.
En este último grupo nos
encontramos con la escritora británica Emily Brontë, hermana de Charlotte y
Anne Brontë, autoras como ella, y cuya obra más reconocida sería “Jane Eyre”,
escrita por Charlotte. En 1846 surge la curiosa historia de la publicación de
un libro compuesto por poesías de las tres hermanas. Publicado bajo seudónimo (más datos en esta entrada), e integrado por poesías de una calidad dispar, el libro obtuvo un éxito muy
limitado, ya que, según cuenta la leyenda, consiguió vender tan solo dos
copias.
Al igual que el de Emily Brontë,
al escuchar el nombre de Margaret Mitchell, lo oiremos acompañado del único
libro que escribió, y que por cierto tardó nada menos que diez años en
escribir: “Lo que el viento se llevó”. Margaret era periodista y desarrollaba
su trabajo en el Atlanta Journal y el Sunday Magazine, pero un accidente le
obligó a guardar reposo. Ese reposo le llevó a iniciar la escritura del libro.
Obtuvo un éxito inmediato y le fue otorgado el Premio Pulitzer, y aunque
falleció 13 años más tarde de la publicación de la obra protagonizada por
Scalett O´Hara, no publicó ninguna otra obra.
En un caso diferente a las
anteriores escritoras y, por el contrario, muy similar entre ellos, nos
encontramos con J.D. Salinger y con Harper Lee. Tanto el autor de “El guardián entre el centeno” como la autora de “Matar un ruiseñor” obtuvieron un éxito
enorme con sus sobresalientes obras en EEUU, y tanto uno como otro llegaron a
convertirse en libros imprescindibles en los centros de formación de alumnos
del país.
Sin embargo, los autores se
vieron abrumados por dicho éxito y por una notoriedad no deseada por ellos. El
asfixiante peso de la fama los llevó a vivir alejados de la vida pública, sin
conceder prácticamente ninguna entrevista, y totalmente aislados del mundillo
literario.
Otro autor para el que la notoriedad llegó a suponer un problema y que para la posteridad será
recordado por una única obra, (aunque fue uno de los más importantes poetas de su país, y escribió una novela autobiográfica que no tuvo repercusión), en este caso “Doctor Zhivago”, es el autor ruso
Boris Pasternak. La publicación de su obra en Italia sin haber obtenido el
consentimiento previo de las autoridades soviéticas le llevó a ser perseguido y denostado por las
autoridades de su país hasta su muerte. Dicha persecución incluso le llevó a
una situación incómoda cuando le fue concedido el premio Nobel: en un principio
envió una carta de agradecimiento, pero unos días después, remitió otra a la
Academia Sueca con los siguientes términos:
“Considerando
el significado que este premio ha tomado en la sociedad a la que pertenezco,
debo rechazar este inmerecido premio que me ha sido concedido.”
Como hemos dicho antes, hay
cientos de autores que son relacionados con una sola publicación,
independientemente de que llegasen a publicar otros relatos o no. En el término
medio de esta última condición se encuentra Arundhati Roy, que tardo cuatro
años en escribir el reconocido relato “El Dios de las pequeñas cosas”. Siendo
una reconocida activista política, también escribió ensayos y relatos cortos,
pero de momento seguimos a la espera de su segundo libro, a pesar de que lo
anunció para hace unos años.
En un caso opuesto al anterior
por la imposibilidad de la aparición de futuras publicaciones, nos volvemos a
encontrar con John Kennedy Toole, que será recordado por haber escrito “La
conjura de los necios”, y que falleció sin ver publicada su obra, a pesar de su
insistencia. En 1981 la novela protagonizada por el inolvidable inadaptado y
extravagante Ignatius J. Reilly recibió el premio Pulitzer, habiéndose celebrado el funeral del fallecido Toole en 1969.
Incluso muchos de los más
célebres escritores de todos los tiempos son identificados con su libro más
célebre, como le ocurre a Miguel de Cervantes con su “Don Quijote de la
Mancha”, a Bram Stoker con su “Drácula” o
James Joyce con el “Ulysses”… Algunos tienen una extensa lista de obras,
y otros aumentaron nuestras librerías en una sola unidad. Lo importante es que
todos ellos consiguieron hacer disfrutar a miles de lectores.