Quentin Tarantino es uno de los directores de cine más reconocibles de las últimas décadas. A pesar de que sus películas están repletas de homenajes a géneros cinematográficos e influenciadas por las miles (tal vez más) de películas que ha visto en su vida el peculiar personaje, tienen también un aire muy personal, muy tarantiniano. Además, hace mucho que se conoce su intención o la planificación de su carrera: en cuanto estrene su décima película, Tarantino dejará el cine para dedicarse a la literatura. Hay que señalar que "Érase una vez en Hollywood", su última película, es la novena.
Dado que esta página está centrada en libros, vamos a centrarnos en "Meditaciones de cine", segunda obra que leo del director/autor, tras su novela basada en su película "Érase una vez en Hollywood" (que resultó una lectura satisfactoria). En este caso nos encontramos a Tarantino charlando de lo que más le gusta: de cine.
Y lo hace recordando y analizando algunas de las muchas películas que vio en su vida, la mayoría de ellas centradas en su adolescencia en la década de los 70, cuando iba continuamente a sesiones dobles con parejas de su madre o en solitario. Como no podía ser de otra manera (imagino que has visto algunas de sus películas ya fuesen dirigidas, escritas o ambas cosas por él y recuerdas alguna de sus más icónicas conversaciones) lo hace de forma apasionada, con una fuerza difícil de contener.
Y, por supuesto, en medio de esa fascinación por el cine, actores, directores, películas o guionistas mencionados (y alabados o crucificados sin tapujos) Tarantino vuelca su verborrea imparable y sus conocimientos interminables con gotas de su humor característico. Así, le escuchamos hablar de Pekimpah, de Scorsese, de De Niro, de Eastwood, de Steve McQueen, de Paul Schrader y de decenas de actores, actrices y directores, de películas y de guiones de los que conozco un pequeño porcentaje, pero que se sigue de forma amena y divertida. Imposible no reconocer ese carácter inquieto y deseoso de despilfarrar su pasión por el cine.