Abrumado por su falta de inspiración, acude al estanco en la esquina de su calle, donde siempre compra su tabaco, y le cuenta su preocupación al hombre que lo regenta, su ya viejo amigo Auggie. Éste, tras mostrarle el fruto de una afición en la que se lleva ocupando unos cuantos años, hace un ofrecimiento en el que Paul tiene poco que perder: si le paga el almuerzo, Auggie le contará el mejor cuento de Navidad que puede encontrar y, asegura, es cierto y contado en primera persona. Y ahí nace "El cuento de Navidad de Auggie Wren".