jueves, 22 de febrero de 2024

"La barraca", de Vicente Blasco Ibáñez

 

Nos encontramos en las afueras de Valencia a finales del siglo XIX, en una tierra cultivada por paupérrimos campesinos que han de pagar a sus señores por usar sus tierras desde un tiempo muy anterior a la memoria de cualquiera. En una de las parcelas, la trabajada por el tío Barret, la mala suerte hace que no pueda pagar sus rentas. El dueño, Don Salvador, ajeno a los problemas del campesino para mantener a su familia, se mantiene inflexible en su postura de cobrar o desahuciar. 


Barret consigue el unánime apoyo de sus vecinos, aunque de poco le sirve. Ante la situación planteada, el pueblo entero se conjura para que esas tierras que no pudo mantener el tío Barret queden abandonadas, como muestra del poder de los campesinos ante sus "amos". Diez largos años más tarde un forastero, Batiste, desesperado por dar de comer a su esposa Teresa y a sus cinco hijos, acepta el ofrecimiento de los dueños de ese terreno: una moratoria de pago de dos años a cambio de que recupere las tierras para el cultivo.


El humilde y trabajador Batiste afronta esa oportunidad con todo su empeño, poniendo lo mejor de sí mismo en recuperar tierras y la derruida barraca que las corona, a pesar de que ya se comenta que sufre una especie de maldición...


Me sorprendió y mucho la calidad literaria que se concentra en las páginas de "La barraca". No es un libro muy extenso pero sí muy intenso (aviso que hay que acostumbrarse en un principio a la infinidad de datos que nos ofrece el autor como florida descripción de entorno y personajes), con una historia que, en cuanto nos muestra a los personajes principales (Batiste y familia, Pimentó y su esposa...) entra en una velocidad de crucero que mantiene la tensión hasta un final difícil de evitar.


"La barraca" me presentó a un espléndido Vicente Blasco Ibáñez, que usando las armas habituales del naturalismo literario nos presenta un crudo retrato de la huerta valenciana, apoyado por un evidente amor del autor por ese entorno valenciano en el que nació. Además, esa crudeza va llevando al extremo el realismo social que parece ser una constante en Blasco, influenciado principalmente por las lecturas que hizo de su admirado Víctor Hugo. 


Independientemente de esa crudeza tan visceral, y de la búsqueda de justicia social que se adivina casi en cada página, me sorprendió cómo muestra la influencia de la pertenencia a un grupo y de su prevalencia sobre los valores del individuo. Aquí se nos muestra a personas capaces de prescindir de esos valores, y de cualquier tipo de razón, por el hecho de sentirse protegido por esa pertenencia a un colectivo. Hemos tenido muchísimos ejemplos a lo largo de la historia (y seguimos teniéndolos y el futuro nos traerá más) pero Blasco lo pinta de una manera brillante en las páginas de "La barraca". Es un autor que hay que leer y que yo he tardado demasiado en hacerlo.