Theodor Kallifatides es un autor
griego que emigró en 1964 a Suecia, en parte por la situación política de su
país (se encontraba en medio de una dictadura y él era hijo de un profesor
perseguido por sus convicciones políticas) y en parte por las pocas
posibilidades tanto económicas como culturales que se atisbaban en la Atenas de
entonces. A día de hoy sigue viviendo en el país nórdico. A pesar de haber pasado casi seis décadas y, por lo tanto, la mayor parte de su vida en Suecia, sigue siendo considerado un inmigrante. Al igual que sus hijos, nacidos en Suecia.
En “Un nuevo país al otro lado de
mi ventana” Theodor reflexiona en voz alta sobre lo que es ser emigrante (que
suele relacionarse con la positividad) y, lo que es lo mismo, inmigrante (todo
lo contrario). En un país acostumbrado a recibir extranjeros desde hace décadas
en la actualidad el foco político se encuentra en este tema, ya que el grupo
forma la quinta parte de la población. Kallifatides inicia su repaso a su
experiencia y nos muestra su capacidad de observación a partir de uno de los
muchos incidentes que sufrió en sus carnes, teniendo que lidiar con el
desprecio que supone para algunos colectivos o individuos el que lo vean como
inmigrante antes que como persona.
Si conoces la obra publicada en
español de Kallifatides (sin conocer su expediente imaginé que la Filosofía estaba relacionada con él y así es, es licenciado en la misma) te puedes imaginar que en “Un nuevo país al otro lado
de mi ventana” no vas a encontrar polémica, ni palabras gruesas, ni odio, ni
nada que se le parezca. Tan solo reflexiones de una persona inteligente y de un
escritor brillante, capaz de saltar de una exposición a otra dejando por el
camino frases y frases para enmarcar (el ejemplar que leí lo tomé prestado en
la biblioteca en formato electrónico, lo que supone que mi teléfono tenga
decenas de imágenes con frases que no quiero dejar en el olvido, y que esperan
a que tenga el libro en papel dispuesto a ser subrayado).
Theodor escribió poesía, novela
de todo tipo, e incluso algún guion cinematográfico. También se atrevió a
dirigir una película hace ya bastantes años. Sin embargo, su irrupción en el
mercado literario español vino de la mano de libros intimistas (“Madres e hijos”
es el mejor y más relevante ejemplo, una delicia de principio a fin) en los que
tira de memoria y pone su talento en exponer su vida personal y sus argumentos
de una forma cálida, con un toque humorístico muy particular, y un buen gusto innegable.
Si sumamos estas lecturas en las que podemos incluir la que traemos hoy (y “Lo
pasado no es un sueño” u “Otra vida por vivir”) da la impresión de que son una
serie de conversaciones con una persona anciana, sabia, de esas que dejan poso.
Así que “Un nuevo país al otro
lado de mi ventana” es una (breve) charla con ese entrañable anciano (yo lo
imagino sentado en la cabecera de una mesa de madera añeja al lado de una
chimenea) que sabe de la vida mucho más que nosotros y que convence con una forma
de hablar irreprochable. Además, a mí me resulta imposible comentar un libro de
este autor (se encuentra en el podio de mis autores vivos preferidos y su libro
firmado siempre será un tesoro para mí) sin mencionar una y otra vez la palabra
entrañable. Y es que así es la lectura de este libro: entrañable, inteligente,
provechosa y que da la impresión que te convierte (aunque sea en un porcentaje
pequeñito) en mejor persona.
En un mundo tan polarizado y tan
excesivo (mi impresión es que el altavoz que da Internet a muchos individuos es
usado a diario de una forma incorrecta y ha traído consigo más cosas negativas que positivas) como el de hoy en día en el que las opiniones se
suelen arrojar o escupir con la mayor cantidad de odio posible e intentando
causar el mayor daño, es un placer pulsar durante un rato el botón de pausa y adentrarse en lo
opuesto a eso. Adentrarse en la calidez de Kallifatides.
Es evidente que si
necesitas una novela, aquí no encontrarás nada parecido. Pero si quieres
conocer a una persona y un autor extremadamente sensible y con una humanidad evidente
que se refleja tanto en su rostro como en lo que escribe, no es mala idea que
te des un paseo por las páginas de “Un nuevo país al otro lado de mi ventana”.