miércoles, 15 de marzo de 2023

"El retrato de casada", de Maggie O´Farrell

 

A lo largo de la Historia el ampliar las posesiones, el poder, ha sido una obsesión constante para cada sociedad. La forma de lograrlo es lo que ha ido variando siglo a siglo. En el entorno que se nos presenta en “El retrato de casada”, situado en el tiempo en la segunda mitad del siglo XVI, las alianzas entre casas (duques, condes, principados, reyes o reinas…) era la herramienta usada más a menudo para asegurarse un crecimiento económico a medio plazo. Para ello, además de posibles tratados, se usaba el matrimonio entre herederos de las diferentes casas.

 

Maggie O´Farrell utiliza uno de esos matrimonios acordados para desarrollar su nueva novela, en la que la casa de Medici decide emparentarse/aliarse con la pujante casa de Ferrara, cuyo duque adolece de una enfermedad debido a la que parece que dejará su ducado en herencia en poco tiempo. El heredero, Alfonso, está ansioso por dos cosas: por un lado el asegurarse ese aliado tanto económico como militar asentado en la ciudad de Florencia. Por otro lado el aliciente que supone que su futura esposa, María, es hija de la apodada Fecundissima, lo que nos hace una idea de cuál es el mayor deseo de Alfonso: engendrar un futuro heredero que prolongue la hegemonía de su familia y otorgue estabilidad a su inminente ducado.

 

De las hijas de los Medici María parece ser la más adecuada, pero una vez firmado el tratado matrimonial ésta sufre unas fiebres (malaria) que acaban con su vida. Tras un corto período de reflexión Alfonso, el ansioso prometido, decide apostar todo a otra carta: la hija menor de la Fecundissima, Lucrezia, doce años menor que él y que en su propia familia tiene asignadas varias etiquetas entre ellas la de niña difícil. Lucrezia, habilidosa, sensible y soñadora, con una capacidad para el dibujo fuera de lo común, no puede imaginar un futuro menos atractivo que abandonar su hogar para depender en todos los aspectos de un perfecto desconocido, a pesar de que la única vez que lo vio le pareció una persona amable, y asumir la responsabilidad de darle la descendencia soñada siendo tan solo una cría.

 

Lucrezia es nuestra protagonista, elegida por O´Farrell a partir de un par de líneas en un libro de historia, y en sus manos se convierte en un personaje fascinante. Para hacer más digerible la historia la autora se permitió algunas licencias en forma de fechas, nombres y hechos que explica minuciosamente al final del libro. Tengo que dejar claro que Maggie O´Farrell es una de mis autoras preferidas (en el podio de mis preferidos vivos) y que su anterior obra, “Hamnet”, me parece maravillosa. Pues bien, tras un par de años de espera y con la duda de si empezaría a decaer su carrera literaria tras haber llegado a su cima, o incluso si estaríamos ante un "Hamnet 2", una vez terminado el libro mi respuesta es evidente: no. No, no ha decaído su talento. No, no es una obra menor. No hay repetición de argumento ni de esquema. “El retrato de casada” es, también, una obra maravillosa con su propio tono.

 

Para desgranar mínimamente la obra empezamos por lo obvio, que es el hecho de que O´Farrell tiene un talento descomunal como narradora, capaz de hacer que nos interesen los detalles más nimios, mientras nos adentra en la mente de los personajes con un tino difícil de conseguir. Tengo también que decir que de todos los autores con los que me he encontrado en mi vida O´Farrell es la más cercana a la forma en la que  mi mente y mis sentidos actúan ante el entorno que me rodea. ¿Cómo es eso? Lo intento explicar: una vez que el libro nos sitúa en un escenario, en una escena, mi mente y mis sentidos necesitan conocer detalles digamos poco convencionales, y surgen  preguntas involuntarias sobre objetos, sobre personas, sobre la vida de esas personas, que no suelen ser satisfechos en casi ninguna lectura. Excepto en las de esta autora. Para mí es fascinante dejarme llevar de ese modo a través de la lectura.

 

Lo siguiente que comento también resulta evidente si has leído varios libros de ella, y es que la autora siempre elige un punto de vista fuera de lo convencional, que no sería el eje en la mayoría de las narraciones. Así, Shakespeare cede su protagonismo y se convierte en el compañero de Agnes en “Hamnet”, y la duquesa joven y frágil es el centro de la lectura en “El retrato de casada”, en lugar de su esposo Alfonso, su madre Eleonora o su padre Cosimo. Lo mejor de todo es que es capaz de hacer que cada libro conserve su tono independiente, su originalidad, sus particularidades.

 

No hay muchas coincidencias entre el luto y la pérdida de “Hamnet” y el asfixiante entorno (tan asfixiante que a veces la lectura resulta deliberadamente así) que rodea a Lucrezia en “El retrato de casada”. Y ambos son fascinantes a su modo. Tan fascinante que es capaz de empezar la historia por el final, de dejar claros los hechos en la primera página, y aun así tenernos ansiosos deseando leer más y más hasta que llega el indeseado instante en el que se agotan las páginas. La forma de tejer la trama me despierta una buena dosis de admiración, ya que es capaz de subir y bajar la tensión capítulo a capítulo a su antojo hasta un final... bueno... el final te toca descubrirlo a ti. A día de hoy, a mediados de marzo, puedo decir, sin ninguna duda, que “El retrato de casada” es y será uno de los mejores libros que leeré este año.

 

¿Es para todos los lectores? Evidentemente no, ninguno lo es. Y siempre habrá lectores insatisfechos (habitualmente muy expresivos) que pueden frustrar una lectura a la que yo recomiendo dar una oportunidad, porque te puede (ojalá sea así) llegar muy profundo, como a mí. O no. La cuestión es que si no existiese O´Farrell habría que inventarla, y para decidir si te gusta o no solo tienes una opción: leerla. Creo, como he dicho antes, que la autora sigue en la cima de su creatividad. Y que sea por muchos años y por muchos libros.


Postdata: No puedo ni quiero olvidarme de la, como es habitual, maravillosa traducción de Concha Cardeñoso. Gracias, Concha.