lunes, 23 de enero de 2023

"El pasajero-Stella Maris", de Cormac McCarthy

 

Bobby Western lleva unos años  dedicándose a la peligrosa profesión de buzo de rescate. En su última inmersión inspecciona un pequeño avión de pasajeros que parece intacto en el fondo del mar. Su habitual escepticismo se alimenta de cada detalle que observa en ese extraño encargo. A modo de puntilla la noticia de que uno de los pocos pasajeros que aparece en la lista de ocupantes del avión parece haberse volatilizado lo lleva a pensar que está en peligro, siendo uno de los pocos testigos de los hechos.

 

Así comienza una novela, la que Cormac McCarthy titula “El pasajero”, situada en el tiempo en 1980 y en la que poco a poco (en ocasiones en un ambiente que podríamos describir como ensoñación) perderemos interés en la historia inicial e iremos conociendo retazos del pasado de Bobby, de su origen y de su formación, de la relación con su padre (un brillante científico que participó en el Proyecto Manhattan que derivaría en las únicas dos bombas nucleares que fueron utilizadas contra poblaciones, una con uranio.235 en Hiroshima y otra con plutonio-239 en Nagasaki) y, sobre todo, con su hermana, de la que pronto sabremos que decidió acabar con su vida unos años atrás.

 

Por otro lado, en el mismo libro y como si de otra novela se tratase, el grandioso autor nos presenta una serie de transcripciones de las grabaciones que realiza un psiquiatra que trabaja en el sanatorio mental llamado Stella Maris a raíz de la aparición voluntaria de una paciente que tan solo pretende ser ingresada y cuyas pertenencias se limitan a una bolsa con 40000 dólares del año 1972, ocho años antes de que comience la acción de “El pasajero”. La paciente es Alice Western, que insiste en que se le llame Alicia. Su diagnóstico (de anteriores visitas a ese hospital psiquiátrico) es de esquizofrenia paranoide. Sí, Alicia es la hermana de Bobby. La inteligente y brillante hermana de Bobby.

 

Se me ocurren decenas de motivos por los que no recomendaría la lectura de “El pasajero/Stella Maris”. Entre ellos, que se trata de una lectura densa y pausada. También que en ocasiones el lector tiene la sensación de no ser capaz de asimilar toda la información que se nos presenta. El autor  no es complaciente con el lector. De hecho parece ser hostil. Otra, tal vez la más evidente, es que la trama no es en absoluto convencional, y no encontrarás en ella un thriller, ninguna investigación, ni una historia de amor, ni un planteamiento, nudo y desenlace. Podría seguir durante varios párrafos, pero creo que el concepto de que no la recomendaría queda claro.

 

Sin embargo… es uno de los mejores libros que he leído. A pesar de su complejidad, de la experimentación en su estructura que nos hace ser rehenes de los deseos de un autor que da la impresión de escribir para sí mismo sin importarle lo más mínimo si es vendible o no, he encontrado en las más de seiscientas páginas decenas, centenas de pensamientos y reflexiones difíciles de igualar. Filosofía, matemáticas y filosofía aplicada a las matemáticas, vida y sobre todo muerte, religión, lucidez y locura, física, la estructura del subconsciente, la fisonomía de las obsesiones, decenas de dudas, todo aderezado con la representación de algunos momentos históricos (como el asesinato de J.F.K. por ejemplo) son expuestos de una forma que ponen al libro y al autor a otro nivel, a un nivel que creo que perdurará.

 

Cormac McCarthy está considerado como uno de los mejores autores de la actualidad y yo no puedo estar más de acuerdo. Sus obras suelen huir del encasillamiento (aunque se le suele relacionar con William Faulkner y no me parece descabellado) y desde la anterior publicada (La carretera, ganadora del premio Pulitzer) han pasado nada menos que 16 años. En todo ese período de tiempo el autor, poco dado a la vida pública y literaria, se dedicó a estudiar en el Instituto de Santa Fe junto a brillantes científicos en los campos en los que situó a sus personajes: en física y matemáticas. El resultado es un (probable debido a sus 88 años de edad) testamento literario difícil de igualar. Repito: no es un libro que recomendaría a nadie, es una de las más complicadas lecturas que he emprendido (en ocasiones me sentí abrumado como lector, como si no estuviese a la altura) y sin embargo es uno de los mejores libros que he leído. Más de 600 páginas que estoy deseando volver a leer.