Sin embargo Amor no sabe si es
capaz de afrontar todo eso. Introvertida por naturaleza, para sus familiares es
una persona extraña, y más desde hace unos años, cuando un rayo la alcanzó en
la finca de su propia granja. A pesar de estar encerrada en sí misma, Amor es
capaz de percibir más de lo que los adultos suponen, y una de esas percepciones
será la que centre la historia que se nos cuenta e incluso el título del libro:
Amor escuchó cómo Rachel hizo prometer a su marido y padre de Amor, Manie, que se encargaría de cumplir un cometido muy
concreto.
Se trata de otorgar a Salomé, la
persona que asiste a Rachel y cuida al mismo tiempo de la gran casa en la que
vive la familia, la titularidad de la (casi podríamos decir infra-) vivienda en
la que vive, sin cristales en las ventanas, y sin la menor comodidad a la vista
entre esas cuatro paredes. Pocos beneficios aporta esa casa a Manie y a su
familia, y además la promesa realizada a una persona moribunda es de obligatorio
cumplimiento, ¿verdad? Eso piensa Amor, pero pronto se encontrará con la
oposición de su familia. Tal vez la única aliada de Salome en este asunto sea
la perseverancia de la niña. Pronto veremos si la promesa se convierte en papel mojado.
El entorno en el que nos sitúa la
historia es una granja en Sudáfrica, en los años ochenta, en la mayor efervescencia
de la lucha racial para acabar con el Apartheid que vivían las personas de
color, supeditadas a colonizadoras que ocuparon el país hace tantos años.
Salome, como puedes suponer, es una de esas personas de la raza oprimida por el
hecho de pertenecer a ella, y con pocas esperanzas de mejorar. De la mano de
Damon Galgut veremos cómo evoluciona esa lucha contra la segregación racial
durante cuatro décadas. Una lucha que todavía no dio sus frutos y la desconfianza (mutua) queda bien plasmada en el libro.
La historia está narrada de una forma extraordinariamente fresca y original, sustentada en cuatro momentos que nos mantienen en el barro, en esa universal y eterna lucha del ser humano por intentar cambiar las cartas que le otorga la vida, y cómo en ese camino muchas personas pierden a menudo las esperanzas e incluso sus valores, llegando en ocasiones a modificarlos, o a extirparlos sin remordimientos en los casos más extremos.
“La
promesa” muestra ese viaje hacia el desconsuelo o la frustración envuelto en un tono acertadamente satírico capaz de
ridiculizar muchas costumbres y comportamientos, y salteado con un humor que
nos puede sacar algo más que alguna sonrisa (por favor, no se pierda el lector
el guía espiritual que llega a resultar cómico) y con un narrador cuando menos
curioso, usando una tercera persona que en muchas ocasiones se traviste de
primera persona, dando al conjunto del libro la sensación (a mí me lo parece)
de que será una obra a recordar, de las que perdura y recibe muchas
reediciones. En resumen, me parece un libro repleto de buena literatura y de
originalidad (y como suele pasar con todos los libros, no es para todos los
lectores ni para todos los momentos lectores).