A raíz de ello, deciden darle una oportunidad y le permiten oficiar el sermón un domingo. Su capacidad de oratoria genera impacto entre los fieles, acostumbrados a sermones soporíferos y no tan estimulantes y reflexivos como el que les ofrece Caskey y deciden contratarlo inmediatamente. Por ello Tyler y Lauren se mudan al pueblo, a la vivienda que les proporciona la Iglesia, situada en una remota y destartalada granja. Estamos en la década de los 50. En esa granja viven unos primeros años en los que tienen dos hijas, pero la enfermedad y posteriormente fallecimiento de Lauren lo cambia todo. Tyler ha de lidiar con el vacío que eso supone y con la imposibilidad de criar él solo a sus dos hijas. De hecho ha de separarlas ya que esa incapacidad (incluso económica) precisa de la ayuda de su propia madre. Tal vez la sociedad de West Annett, a la que tanto ofreció Tyler desde que llegó a instalarse entre ellos, le devuelva la moneda de la misma manera. Pero para saber eso tendremos que leer el libro que traemos hoy.
Elizabeth Strout ganó el Premio
Pulitzer de Ficción en 2009, con la obra “Olive Kitteridge”. En ella nos
presenta trece capítulos/cuentos en los que muestra una geografía física y
humana de un pequeño pueblo en Maine. Ni mucho menos fue el único éxito de
Strout, ya que entre otros libros llegó a colocar en muchas casas las historias
(ya va por la cuarta, aunque en España estamos esperando por ella) de Lucy
Barton y la brillante continuación y conclusión de la historia de Olive
Kitteridge, titulada “Luz de febrero”. Al mencionar estos títulos solo quiero
situar a la autora, que tiene un considerable éxito tanto de crítica como de
ventas. Y, ya que estamos, tiene un ejército de seguidores entre los que me
incluyo sin dudarlo.
“Quédate conmigo” (Abide with me)
es el último y reciente lanzamiento en España de una de sus obras. Se trata, si
no me equivoco, de la única obra que quedaba por publicar de la autora, y es
anterior a sus premios y a sus obras más conocidas. Esta forma de rescatar las
obras primerizas de autores de éxito suele traer lecturas agridulces, en las
que la calidad que encontramos en sus obras cumbres suele estar ausente en las
anteriores. Pero afortunadamente no es el caso. Aunque para ser sincero las
obras (la mayoría de ellas) de Elizabeth Strout tienen dos importantes
problemas.
Pero esos problemas son menores
en cuanto empiezas a leer. Porque en todas y cada una de las obras de Strout
hay calidad, hay un despliegue de conocimiento del interior de las personas
sobresaliente y destila una sensibilidad (que no sensiblería) muy suya, que
hace que el lector se sienta cómodo, familiarizado con lo que lee. En “Quédate
conmigo” me sorprende de nuevo, con un personaje principal que yo temía fuese a
resultar perfecto (un pastor suele ser pintado con un racimo de virtudes) pero
no lo es, como no lo es ningún personaje de Strout. Además regala elegancia en
la escritura, que mezcla con sobriedad y sutileza para hacernos llegar unas
reflexiones de esas que piensas durante la lectura y crecen a posteriori, una
vez terminado el libro, que se queda unos días con nosotros.
“Quédate conmigo” es un excelente
libro capaz de superar el hecho de ser de Elizabeth Strout y de no ser de Olive
Kitteridge. Por decirlo con otras palabras, sin en lugar de estar firmado por
Strout lo hubiese escrito otro autor o autora también se convertiría en uno de
mis preferidos y seguiría leyendo sus historias, que (de momento) me han
regalado muchos maravillosos momentos lectores. Provechoso.