Sin embargo, como puedes esperar
o no habría historia que contar, Ingrid no es de la misma opinión que nosotros.
Ella siente que su labor docente está estancada en la monotonía, sin
posibilidades de ascenso ni de cambio a la vista; además, gran parte de los
alicientes que hicieron que su relación con Jan en algún momento la viese como
definitiva se hayan mitigado o incluso desaparecido.
Y, por último, sus hijos, en edad
de trabajar ya, son egoístas y egocéntricos y son incapaces (no incapaces, sino
que habiendo elección eligen no hacerlo) de hacer algo positivo, incluso las
tareas más básicas en una persona. Son unos malcriados de libro. Como colofón,
el difícil de digerir descontento que siente Ingrid ha de convivir con la
naciente ilusión de su marido, funcionario de carrera, que acaba de recibir por
una serie de casualidades un importante ascenso en el ministerio para el que
trabaja.
Las dudas de Ingrid son las dudas
de cualquiera, y la indignación que vive ante algunas situaciones cotidianas también
son muy comprensibles. No así son sus reacciones, que en algún momento podemos
tildar de pintorescas, lo que da al argumento un toque al menos en parte extravagante.
En conjunto, “No y mil veces no” es un libro fácil de leer, con una voz
interesante y original, y aunque es un
tanto irregular (o su trama no es redonda) es recomendable. En cierto modo me
recordó a los libros de David Foenkinos, que son atractivos en su lectura pero
cuyas estructuras suelen ser (o me resultan a mí) un tanto endebles. De todos
modos hay que marcar en corto a Nina Lykke. Puede traer más buenos libros debajo
del brazo.