La historia que traemos hoy nos
presenta a Yui, una joven locutora radiofónica, que sufrió una pérdida difícil
de digerir: durante el violento tsunami tanto su madre como su hija fallecieron.
Yui lleva años sobreviviendo de mala manera a ese hecho. Durante la emisión de
uno de sus programas el tema central es precisamente lo que Yui no sabe llevar,
y es la pérdida de un ser querido. Durante las habituales intervenciones
telefónicas de los oyentes, nuestra protagonista se entera de un hecho que
cambiará su visión de las cosas: en uno de los pueblos asolados por el tsunami
se encuentra una cabina telefónica desconectada que un hombre instaló en 2010
para poder hablar con su primo fallecido, al que estaba muy unido.
Me va a ser difícil ofrecer una
opinión mínimamente literaria de “Las palabras que confiamos al viento” por una
razón bien sencilla: desde las primeras páginas me vi invadido e hipnotizado por
el libro. La forma de narrar de la italiana Laura Imai Messina se hizo conmigo
en unas pocas páginas, y la delicadeza de lo que quiere contar, la forma de
hacerlo y el acierto al pasar un poco por encima de lo terrible de las
situaciones que cuenta (no es un libro que se regodea en el dolor y la
tristeza, sino todo lo contrario) he de confesar que me emocionó. Y no una vez,
sino prácticamente en todas las páginas. Así que no sé si soy la persona más
adecuada para emitir una opinión imparcial, porque sentí que era un libro hecho
para mí desde el principio.
Creo que, de haberme fijado en el
argumento antes de empezarlo, hubiese pensado que es una historia de tristeza y
de pérdida de esos en los que el dolor aparece como insuperable (la pérdida de
un hijo es el grado máximo del dolor). Sin embargo, una vez terminado creo que
es una historia sobre todo de resiliencia, una historia que busca la luz aunque
sea mínima en esa zona oscura que todos los humanos hemos de pasar algunas
veces, sean pocas, muchas o demasiadas. Y, por lo tanto, es una lección que nos
muestra que aunque parezca imposible siempre hay una posible salida si seguimos
caminando.
Durante los últimos años,
siguiendo diversos grupos de lectura, me he encontrado varias veces con
personas que solicitan lecturas que ayudan a superar una pérdida. En ningún
caso supe aportar ni un solo título a esa llamada de socorro que se hace en
momentos de oscuridad. Pero gracias a “Las palabras que confiamos al viento”
eso se ha acabado. Es el título adecuado para esas personas, y para personas
que quieren encontrar belleza en un texto que me tuvo con los ojos temblorosos
durante gran parte de la lectura. Pero recuerda, no de tristeza y oscuridad,
sino de luz y emotividad. Y quiero dejar claro que no es tan solo para eso,
sino para disfrutar de varias maneras. Un libro pre cio so.