jueves, 21 de abril de 2022

"Un domingo en Ville-d'Avray", de Dominique Barbéris

 

Ville-d’Avray es un pequeño y confortable pueblo lo suficientemente cerca de la capital francesa como para considerarlo una buena opción para vivir cerca de la conurbación y al mismo tiempo disfrutar de las comodidades de una localidad de tan solo 10000 habitantes. Hacia allí se dirige, desde su piso en París, nuestra protagonista. En el trayecto da tiempo a revisar la colección de recuerdos que mantiene con la persona a la que va a visitar: su hermana Claire-Marie.

 

Separadas por tan solo un par de decenas de kilómetros viven las dos hermanas, que con el paso de los años han ido perdiendo de forma paulatina esa familiaridad y confianza con la que se criaron. Sus vidas, tan distintas entre ellas, parecen haberlas convertido en unas personas diferentes a las que fueron durante la primera etapa de sus vidas. ¿O acaso es una resignación y una adaptación a cada uno de los medios en los que han de desarrollar su vida?

 

La narradora (de la que no sabemos el nombre) piensa con melancolía en esa distancia entre hermanas que parece haberse convertido en insalvable. Repasa, además, los puntos que apoyan ese distanciamiento, como son la falta de compatibilidad de sus respectivos maridos, e incluso de sus amistades. La niñez de ambas, y algunas anécdotas que parecen diseñadas para formar y definir a una persona, son presentadas en forma de recuerdo. Tanto el tiempo como la distancia y las propias diferencias personales parecen levantar una barricada entre ellas, y nuestra narradora (no sé si considerarla protagonista) no espera mucho de la visita que va a hacer a Claire-Marie, un domingo cualquiera, con la mente pensando en la vuelta incluso antes del primer saludo.

 

Sin embargo, puede que dado en esta ocasión el ambiente, el talante de ambas, la posibilidad de estar juntas sin la presencia de sus parejas, o gracias al conjunto de todas esas variables, sea el momento propicio para abrirse por fin, para recuperar parte del tiempo perdido. En la conversación a la que tenemos acceso podemos ver cómo las personas damos por hecho cosas de los demás sin tener los suficientes argumentos para hacerlo, y si rascamos fuera de la superficie que supone la forma de vida de cada uno podemos encontrar más puntos en común de los esperados. Tal vez la aparentemente insulsa y resignada Claire-Marie, atrapada en un pueblo en el que todo y todos se conocen y una vida que tal vez no sienta como propia, sea muy diferente a la (aburrida) persona que es a ojos de su hermana.

 

“Un domingo en Ville-d’Avray” es una novela corta, sin muchos artificios, que busca deliberadamente el entorno en el que se puede visitar la intimidad, con personajes mecidos por la melancolía y en cierto modo por el descontento, el desconsuelo, la insatisfacción que suele acompañar (al menos por temporadas) al ser humano. Creo que es un acierto la narración con esa aparente falta de ambición, o quizás sea que este lector tomó la lectura de esa manera, sin esperar más que un paseo agradable, y en el fondo es mucho más de lo esperado. La autora, Dominique Barbéris (Dominique Bouchad es su nombre real), nació en Camerún en 1958 y, tras una carrera en la enseñanza se decidió a lanzarse a la literatura, faceta que lleva visitando desde 1996, siendo ésta la obra que ha obtenido mayor reconocimiento, creo que con merecimiento. Una agradable lectura.