La razón por la que
queremos contar nueve y no diez películas (Kill Bill volumen 1 y Kill Bill volumen 2 se
convierten en una sola) es que, desde hace mucho tiempo, Quentin
Tarantino lleva avisando de que va limitarse a dirigir diez películas, y a
partir de entonces se va a dedicar a escribir novelas. Y aquí se cuela la
novela que traemos hoy: “Érase una vez en Hollywood”, editada con el sugerente
sello Reservoir Books. Si eres seguidor del director te darás cuenta
inmediatamente de que es el mismo título que el de su novena película (aunque
en ésta, al menos en nuestro idioma, aparecen unos puntos suspensivos de los
que se prescinden en el libro). Y, sí, la novela trata la misma historia que la
película.
Habitualmente, en
una proporción tremendamente desequilibrada, se aconseja leer un libro que ha
sido adaptado al cine antes de ver la película. Eso se debe, creo, a que en el
libro hay espacio para muchas más emociones y sensaciones, ya que las dos
dimensiones de la pantalla acotan la capacidad de comunicación. Así, si vemos
una película antes es posible que nos estropee la posterior y a priori más
enriquecedora lectura del libro. Pero, ¿cuántas veces hemos visto una película
de cuyo guion se deriva una novela escrita por la misma persona? Seguramente
haya casos, pero yo no recuerdo ninguno relevante.
Junto a él, siendo
su sombra, su cuidador y su amigo, permanece cada día Cliff Booth, doble de
acción durante muchos años aunque caído en desgracia por algún incidente
pasado. En la actualidad sus escasos ingresos se limitan a los que le
proporciona Rick por hacerle de chófer (el apego de Dalton al alcohol acabó con
su licencia de conducción) además de las chapuzas que le van haciendo falta a
nuestro deprimido actor. En la casa de al lado de Rick se acaba de instalar una
de las parejas de moda: la formada por la actriz Sharon Tate y su esposo Roman
Polanski. Si añadimos a Charles Manson y sus hippies seguidores a la ecuación,
nos saldrá un cóctel muy “Tarantino”.
Como decía antes,
la novela aporta decenas de datos que complementan a la película. Conoceremos
con detalle el pasado (y el futuro) de los protagonistas, además de sernos
presentados un sinfín de actores, directores, películas y carreras
cinematográficas que nos da una imagen del mundo del cine, en la mayor parte de
serie B o incluso de serie Z, referentes continuos del director nacido en
Knoxville. No sé si era la intención original, pero la película se ve
beneficiada de la lectura, lo que es un resultado sorprendente.
También pienso que
el talento literario de Tarantino (parece un trabalenguas) queda muy lejos del
que más conocemos y más disfrutamos: el cinematográfico. Mucho me temo que tras
la décima y última película (se comenta que piensa mostrar una historia del
universo Star Trek y no sé cómo digerirlo) echaremos de menos ese talento.
Ojalá me equivoque. Según mis sensaciones, la ecuación queda así: ¿Eres fan de
Tarantino? ¿Has visto la película? En
ese caso, a por el libro. Si no lo eres, y no has visto la película, no esperes
una gran historia, sino diversión con toques de humor (negro, por supuesto), violencia muy suya, olor a gasolina y una recurrente resaca, además de una vuelta de tuerca a su obsesión por los pies femeninos (en el libro resalta incluso más que en sus películas) y
muchos (muchísimos) datos de cine y de música.