miércoles, 23 de marzo de 2022

"Érase una vez en Hollywood", de Quentin Tarantino

 

Quentin Tarantino es un director de cine reconocido y reconocible. Desde su debut con la impactante y sangrienta “Reservoir dogs” se hizo un hueco en tan complicado medio con su forma de ver el cine (da la impresión que lleva toda la vida devorando películas de forma compulsiva) y marcó un estilo en el que hay puntos irrenunciables (uno de ellos puede ser la música, ¿no te parece?). A pesar de haberse cumplido treinta años de su primera obra, de momento tan solo podemos (y queremos) contar nueve películas que lleven su sello.

 

La razón por la que queremos contar nueve y no diez películas (Kill Bill volumen 1 y Kill Bill volumen 2 se convierten en una sola) es que, desde hace mucho tiempo, Quentin Tarantino lleva avisando de que va limitarse a dirigir diez películas, y a partir de entonces se va a dedicar a escribir novelas. Y aquí se cuela la novela que traemos hoy: “Érase una vez en Hollywood”, editada con el sugerente sello Reservoir Books. Si eres seguidor del director te darás cuenta inmediatamente de que es el mismo título que el de su novena película (aunque en ésta, al menos en nuestro idioma, aparecen unos puntos suspensivos de los que se prescinden en el libro). Y, sí, la novela trata la misma historia que la película.

 

Habitualmente, en una proporción tremendamente desequilibrada, se aconseja leer un libro que ha sido adaptado al cine antes de ver la película. Eso se debe, creo, a que en el libro hay espacio para muchas más emociones y sensaciones, ya que las dos dimensiones de la pantalla acotan la capacidad de comunicación. Así, si vemos una película antes es posible que nos estropee la posterior y a priori más enriquecedora lectura del libro. Pero, ¿cuántas veces hemos visto una película de cuyo guion se deriva una novela escrita por la misma persona? Seguramente haya casos, pero yo no recuerdo ninguno relevante.

 

A pesar de ser una opinión arriesgada y en contra de lo que es habitual, creo que en el caso que traemos hoy es más adecuado ver la película primero, ya que la novela la complementa. Se trata de la misma historia, pero Tarantino, con su verborrea habitual, y con su incontinencia a la hora de aportar datos, nos presenta a Rick Dalton, actor que abandonó una serie de éxito del oeste para iniciar una carrera cinematográfica que, lejos de arrancar, cada vez parece un poco más fracaso. La frustración de no haber aprovechado sus oportunidades hace años que mantiene a Dalton agarrado a un vaso, malviviendo con papeles cada vez más humillantes y temiendo perder la posesión de la que está más orgulloso: su casa en las colinas de Hollywood.

 

Junto a él, siendo su sombra, su cuidador y su amigo, permanece cada día Cliff Booth, doble de acción durante muchos años aunque caído en desgracia por algún incidente pasado. En la actualidad sus escasos ingresos se limitan a los que le proporciona Rick por hacerle de chófer (el apego de Dalton al alcohol acabó con su licencia de conducción) además de las chapuzas que le van haciendo falta a nuestro deprimido actor. En la casa de al lado de Rick se acaba de instalar una de las parejas de moda: la formada por la actriz Sharon Tate y su esposo Roman Polanski. Si añadimos a Charles Manson y sus hippies seguidores a la ecuación, nos saldrá un cóctel muy “Tarantino”.

 

Como decía antes, la novela aporta decenas de datos que complementan a la película. Conoceremos con detalle el pasado (y el futuro) de los protagonistas, además de sernos presentados un sinfín de actores, directores, películas y carreras cinematográficas que nos da una imagen del mundo del cine, en la mayor parte de serie B o incluso de serie Z, referentes continuos del director nacido en Knoxville. No sé si era la intención original, pero la película se ve beneficiada de la lectura, lo que es un resultado sorprendente.

 

Sin embargo, y a ver si soy capaz de decirlo con tacto, creo que la novela en sí no aporta gran cosa. Con esto me refiero a que, a mi modo de ver, si alguien que nunca ha visto una película de Tarantino decide leer “Érase una vez en Hollywood” es una posibilidad que le resulte entretenida, pero que la olvide con facilidad. En otras palabras, es de agradecer como curiosidad la lectura de esta novela, sobre todo para los que somos seguidores del director. Pero, literariamente, no creo que aporte más que entretenimiento.

 

También pienso que el talento literario de Tarantino (parece un trabalenguas) queda muy lejos del que más conocemos y más disfrutamos: el cinematográfico. Mucho me temo que tras la décima y última película (se comenta que piensa mostrar una historia del universo Star Trek y no sé cómo digerirlo) echaremos de menos ese talento. Ojalá me equivoque. Según mis sensaciones, la ecuación queda así: ¿Eres fan de Tarantino? ¿Has visto la película?  En ese caso, a por el libro. Si no lo eres, y no has visto la película, no esperes una gran historia, sino diversión con toques de humor (negro, por supuesto), violencia muy suya, olor a gasolina y una recurrente resaca, además de una vuelta de tuerca a su obsesión por los pies femeninos (en el libro resalta incluso más que en sus películas) y muchos (muchísimos) datos de cine y de música.