lunes, 10 de agosto de 2020

De 5 en 5: Libros prohibidos

Desde que existe la Literatura, existen grupos que desean controlar lo que se publica o no. A pesar de que da la impresión de que nuestra sociedad ha evolucionado lo suficiente para no hacerlo, para no aplicar la censura a la literatura, con tan solo pensar unos instantes nos damos cuenta de que no es así. Además, en los últimos tiempos vivimos una peligrosa deriva que amenaza con eliminar cualquier resquicio de libertad en este aspecto.

Esperemos que no se repita la iniciativa que implementó la Iglesia cuando dominaba el gobierno de la mayoría de los países, hace ya unos cuantos siglos: decidió publicar el "Index librorum  prohibitorum", más conocido como Index, cuya literalidad en el título deja poco lugar a la imaginación. La Iglesia Católica, desde el Siglo XVI, publicó una lista en la que prohibía terminantemente la lectura a los católicos (la mayoría de la población) bajo una serie de amenazas. Desde luego, el que un libro apareciese en el Index le suponía un problema difícil de solucionar.


Dado que empezamos el repaso recordando el Index, vamos a iniciar la selección de cinco libros (como hemos cogido la costumbre en esta página) incluyendo uno que, seguramente, sea de los primeros libros que te viene a la mente de entre todo el listado de publicaciones prohibidas por la Iglesia Católica: se trata de "El origen de las especies", de Charles Darwin, que cuestionaba de forma científica gran parte de los cimientos en los que se basó la creencia de dicha religión.


A pesar de que seguramente te cause tanta sorpresa como a mí, la Iglesia vio tal cantidad de blasfemias y datos que era evidente eran sacrílegos, que no vieron necesario incluirlo en el famoso listado del que hemos hablado.


Seguramente imagines que el Index tuvo una extensa lista y así es, además de prevalecer durante un buen puñado de años. La religión fue (y es) una de las principales fuentes de la censura, aunque no la única. Por ejemplo, el sexo explícito ha sido rechazado por muchas sociedades (y lo sigue siendo). En este tema tenemos un montón de ejemplos, pero hemos de elegir tan solo uno y nos decantamos por la conmoción que causó la relación extramatrimonial que aparece en las páginas de la siguiente obra que traemos hoy.


Así, "El amante de Lady Chatterley" causó un importante shock en la sociedad británica y en muchas otras. De hecho, el propio autor (D. H. Lawrence) recibió un severo aviso que decía así: "Por su propio  bien, no publique ese libro." Lo hizo. Y hasta décadas después estuvo prohibido y fueron quemados muchos de sus ejemplares. El final de la prohibición lo provocó un avispado editor en 1960 imprimiendo 200.000 ejemplares y enfrentándose en un juicio que ocupó las primeras páginas de la prensa durante mucho tiempo. Ganó el juicio y tuvo una promoción impagable.


Otro de los motivos principales por lo que fueron prohibidos (y lo son) libros es el político. Depende del país en el que estés viviendo probablemente se vea de una manera u otra determinadas publicaciones y puede que incluso su edición sea un riesgo. Ésto lleva siendo así mucho tiempo, y no tiene visos de cambiar. A pesar de tener a mano decenas de ejemplos queremos traer uno que, por su particularidad, puede dejar en evidencia lo absurdo que es la prohibición.


Y es que desde que se lanzó "1984", de George Orwell, se le tildó de comunista en su país. Y el comunismo tiene una larga historia en cuanto a prohibiciones en los países occidentales. La sociedad futura imaginada por Orwell era una sociedad en la que los ciudadanos estaban absoluta y totalmente controlados por el estado. No quiero ser aguafiestas, pero es una sociedad muy parecida a la actual, en la que nos marcan con claridad qué podemos pensar y expresar, y qué no. Y... ay de aquél que se atreva a opinar en contra, que será quemado públicamente en las redes. En fin. Lo curioso de "1984" es que fue prohibido en su país por alentar al comunismo y en la U.R.S.S. por anticomunista. Tal cual.


El cuarto y penúltimo ejemplo que traemos hoy es también un caso curioso. "Matar un ruiseñor" es la única obra de la autora Harper Lee (al menos voluntariamente, ya que poco antes de morir y con las facultades ciertamente mermadas se publicó "Ve y pon un centinela" que sospecho ella nunca quiso publicar) y una de las más brillantes del siglo pasado. Me parece difícil hablar de este libro y no mencionar que Atticus Finch es uno de los mejores personajes que he leído. Todo un ejemplo.


Lo curioso de este libro es que fue criticado y señalado en su publicación (a pesar de haber ganado el Premio Pulitzer) por la explícita escena de la violación que es el eje de la narración. Tuvo serios problemas en varios entornos por esa causa, aunque pudo superarlas y convertirse en un rápido clásico. Sin embargo, en los últimos años, a pesar de ser una novela a todas luces contraria al racismo, está siendo prohibida en los centros escolares en los que fue un habitual (y yo creo que imprescindible) por contener palabras despectivas. Hasta este punto llega la sociedad actual, por desgracia.


Para el último lugar de la selección he decidido traer el, con total seguridad, más conocido de los últimos años. Desde el instante en el que se publicó "Los versos satánicos" no solo fue prohibido en multitud de países, sino que su autor, Salman Rushdie, fue condenado a muerte públicamente. El día de los enamorados de 1989 el Ayatollah Jomeini instó a todos los musulmanes a acabar con la vida del autor por haber publicado lo que consideraron una blasfemia.


Tras esa declaración se sucedieron una serie de prohibiciones en multitud de países. El autor vivió escondido durante un buen puñado de años. Durante todo este tiempo hubo de gestionar muy mucho sus apariciones públicas.


Como decíamos al principio, desgraciadamente las prohibiciones actuales dejan en evidencia la ausencia de libertades que, a priori, pensábamos que no existían. A pesar de ello sigamos pujando para que cada autor sea libre de publicar lo que quiera y cada lector de leer lo que le apetezca, y saque sus propias conclusiones. Así debería ser, ¿no?