Esperemos que no se repita la iniciativa que implementó la Iglesia cuando dominaba el gobierno de la mayoría de los países, hace ya unos cuantos siglos: decidió publicar el "Index librorum prohibitorum", más conocido como Index, cuya literalidad en el título deja poco lugar a la imaginación. La Iglesia Católica, desde el Siglo XVI, publicó una lista en la que prohibía terminantemente la lectura a los católicos (la mayoría de la población) bajo una serie de amenazas. Desde luego, el que un libro apareciese en el Index le suponía un problema difícil de solucionar.
A pesar de que seguramente te cause tanta sorpresa como a mí, la Iglesia vio tal cantidad de blasfemias y datos que era evidente eran sacrílegos, que no vieron necesario incluirlo en el famoso listado del que hemos hablado.
Así, "El amante de Lady Chatterley" causó un importante shock en la sociedad británica y en muchas otras. De hecho, el propio autor (D. H. Lawrence) recibió un severo aviso que decía así: "Por su propio bien, no publique ese libro." Lo hizo. Y hasta décadas después estuvo prohibido y fueron quemados muchos de sus ejemplares. El final de la prohibición lo provocó un avispado editor en 1960 imprimiendo 200.000 ejemplares y enfrentándose en un juicio que ocupó las primeras páginas de la prensa durante mucho tiempo. Ganó el juicio y tuvo una promoción impagable.
Y es que desde que se lanzó "1984", de George Orwell, se le tildó de comunista en su país. Y el comunismo tiene una larga historia en cuanto a prohibiciones en los países occidentales. La sociedad futura imaginada por Orwell era una sociedad en la que los ciudadanos estaban absoluta y totalmente controlados por el estado. No quiero ser aguafiestas, pero es una sociedad muy parecida a la actual, en la que nos marcan con claridad qué podemos pensar y expresar, y qué no. Y... ay de aquél que se atreva a opinar en contra, que será quemado públicamente en las redes. En fin. Lo curioso de "1984" es que fue prohibido en su país por alentar al comunismo y en la U.R.S.S. por anticomunista. Tal cual.
Lo curioso de este libro es que fue criticado y señalado en su publicación (a pesar de haber ganado el Premio Pulitzer) por la explícita escena de la violación que es el eje de la narración. Tuvo serios problemas en varios entornos por esa causa, aunque pudo superarlas y convertirse en un rápido clásico. Sin embargo, en los últimos años, a pesar de ser una novela a todas luces contraria al racismo, está siendo prohibida en los centros escolares en los que fue un habitual (y yo creo que imprescindible) por contener palabras despectivas. Hasta este punto llega la sociedad actual, por desgracia.
Tras esa declaración se sucedieron una serie de prohibiciones en multitud de países. El autor vivió escondido durante un buen puñado de años. Durante todo este tiempo hubo de gestionar muy mucho sus apariciones públicas.
Como decíamos al principio, desgraciadamente las prohibiciones actuales dejan en evidencia la ausencia de libertades que, a priori, pensábamos que no existían. A pesar de ello sigamos pujando para que cada autor sea libre de publicar lo que quiera y cada lector de leer lo que le apetezca, y saque sus propias conclusiones. Así debería ser, ¿no?