A mitades de la
década de los noventa del siglo pasado Daniel Montero es un joven que vive en
Curuguazú, un pueblo argentino de la provincia de Entre Ríos cercano al río
Uruguay (el nombre es ficticio). Tras haber acabado sus estudios, comienza a
trabajar en un almacén. A sus 17 años hace ya siete que perdió a sus padres, y
vive con su anciana abuela. El trabajo que desarrolla en el mencionado almacén
le permite disfrutar de un dinero para sus gastos sin muchos lujos, pero entre
ellos el más importante es haber comprado una televisión usada para ser
instalada en su cuarto.
Además, y aunque es
extraño en un pueblo como el suyo, el vecino decidió poner televisión por
cable. Tras conectar un cable desde la antena del vecino, Daniel consigue
habilitar una importante cantidad de canales para disfrutar en la soledad de su
habitación. Dada la edad del muchacho, casi todos los lectores probablemente piensen de inmediato que su prioridad será ver algún canal para mayores de edad, y la verdad es que están en lo
cierto. Y ahí, en uno de esos canales porno, Sabrina Love es la protagonista de
un programa. Sabrina Love es lo máximo para Daniel, y conoce cada uno de los programas, películas y escenas de la estrella porno de memoria. Nuestro joven protagonista no es el único en esa situación, ya que muchos
espectadores incluyen a Sabrina en cada una de sus fantasías.
Para explotar ese
éxito que tiene entre los hombres suscritos (o simplemente enganchados al vecino), el canal que emite el programa de Sabrina Love decide
convocar un concurso, cuyo premio es el título del libro que traemos hoy: “Una
noche con Sabrina Love”. A pesar de que la llamada que ha de realizar para
participar en el concurso tiene un coste importante, Daniel decide intentarlo.
Unos días después, asiste atónito al resultado del sorteo, que le muestra ni
más ni menos que él será la persona que disfrute de pasar una noche con su
adorada actriz. Desde ese momento Daniel se lanza a una aventura de la que
saldrá siendo una persona totalmente diferente.
Pedro Mairal debutó
con esta novela, con la que logró el Premio Clarín en 1998 cuando tan solo contaba con 28 años. El autor de “La
uruguaya” sorprendió con una lectura sencilla pero con mucho más peso del que
parece tener su ritmo. A simple vista parece una novela simplemente
entretenida, y ésa es una de sus mayores virtudes, ya que con el argumento tan
visual y rápido (se podría decir cinematográfico y no sería un error, ya que un
par de años después del lanzamiento se emitió una película protagonizada por
Cecilia Roth con título homónimo) el autor va regando la acción con reflexiones
envueltas en un humor digno de reseñar. También es preciso destacar que en las
páginas de esta novela queda plasmado el carácter argentino, efervescente y
apasionado como ninguno, y que a buen seguro a nadie deja indiferente.
Al igual que me
sucedió con “La uruguaya”, tengo la sensación de haber leído algo muy original
aunque no lo sea. De hecho el argumento es tan simple como su título, pero el autor tiene la habilidad para equilibrar la balanza poniendo a un lado el entretenimiento y al otro una visión mucho más ambiciosa utilizando para ello un tono irreverente, a veces gamberro y siempre
desenfadado de un Mairal que me hace pasar muy buenos ratos leyendo sus
historias. Esta historia en concreto se lee casi de una sentada, ya que es muy cortita y
muy adictiva y será fácil recordar con una sonrisa la odisea adolescente de
nuestro protagonista.