Aleksandr Ilich Rostov es un
aristócrata ruso, descendiente de una insigne familia que incluso conserva
lazos con la realeza de su país. Desde su nacimiento su educación se basó en
esculpir los más exquisitos modales, y sus preferencias artísticas fueron
cultivadas con profundidad. Amante de los placeres que nos ofrece la vida y un
genuino erudito, el conde Rostov es experto en muchas facetas ya sean
culturales o gastronómicas, y por ejemplo es infalible en la elección perfecta
de un vino con un manjar determinado.
Sin embargo, la aristocracia rusa
sufrió el malestar de las clases más bajas de la sociedad y ese malestar
provocó diversos altercados y episodios sangrientos. Esa forma de sentirse oprimidos por la clase
alta además de la sangría que provocó la Primera Guerra Mundial entre los
campesinos y obreros rusos desembocó en el estallido de la Revolución Rusa de
1917. Dicho conflicto y su posterior cambio de régimen a la primera dictadura
comunista del mundo colocó a todos y cada uno de los miembros de la
aristocracia rusa en el punto de mira de los nuevos dirigentes. Aún así, y tras
haber perdido a la mayor parte de sus conocidos, ya sea por haber sido
condenados, ejecutados o haberse exiliado, Rostov permanece en la capital.
Con la espada de Damocles de sus
orígenes de clase alta sobre la cabeza, el conde pasa sus días en una selección
de las excelencias que le ofrece la capital moscovita. Sin embargo, llega el
momento en el que es condenado a muerte; para su fortuna, y para fortuna de los
lectores que nos acercamos a su vida, gracias a un poema escrito por él mismo
hace unos años su condena es aplazada y sustituida por un insólito destierro en
el Hotel Metropol, símbolo del lujo y establecimiento que no tiene nada que
envidiar a los mejores del mundo.
Así, asistimos al lujoso y
peculiar encierro del conde a través de los años, y cómo evoluciona su relación
con los empleados, los diversos huéspedes y los sucesivos dirigentes que se van
haciendo cargo del servicio del hotel. Vemos su adaptación a su nueva vida y
cómo lucha por todos sus medios por evitar la decadencia de un hotel que
representa la vida que él se había construído. A través de las ventanas y los
lujosos salones y restaurantes del Metropol, el autor Amor Towles nos trae un
delicioso relato de la sociedad rusa de la mano de un personaje con una
inteligencia, unas capacidades y una integridad extraordinarias. A pesar de ser
un argumento que se nos desvela ya en las primeras páginas, el peso de la
extensa narración no se basa en el qué sino en el cómo.
Y el cómo nos es contada la
historia es de una manera exquisita. Towles, uno de los escritores estadounidenses
más interesantes de la actualidad, nos trae un libro que, si se me permite
expresar, podría haber sido escrito en la época en la que se sitúa la
narración. Con ésto quiero decir que el esfuerzo por parte del autor en dotar a
su prosa de calidad se ve brillantemente reflejado en el resultado final. Así,
el escritor que sorprendió hace unos años con “Normas de cortesía” vuelve a
sorprender con un libro que se pasó decenas de semanas (prácticamente un año)
en la lista de los más vendidos en su país y que cosechó varios premios, aunque
en el nuestro haya pasado desapercibido.
En cuanto a las sensaciones que
me produjo la lectura he de decir que la disfruté a fuego lento, leyendo sin
avidez pero con placer de saborear cada capítulo como merece por el esfuerzo
que fue empleado en su escritura. Creo que es un libro a recomendar pero
sabiendo que no es un relato que pida leer más y más, sino disfrutar poco a
poco. Si disfrutaste de “Normas de cortesía” como yo lo hice en su momento,
creo que “Un caballero en Moscú” te dará mayores dosis de la buena prosa y el
buen gusto que caracterizan a Amor Towles. Como curiosidad, la historia será llevada a la pequeña pantalla en el adecuado formato de miniserie y contando como protagonista a Kenneth Branagh, que pondrá cara a un personaje difícil de olvidar.