Con un título así, es difícil sorprender al lector. No nos engañemos, si no eres un amante de la Historia o, al menos, la Historia te entretiene, éste no es tu libro. Si, por lo contrario, disfrutas recopilando datos curiosos, relevantes e incluso intrascendentes más allá de lo que se suele escuchar, tal vez te interese este trabajo.
Hablar de la Revolución Rusa es, para mí, hablar de una historia muy compleja que desgraciadamente siempre se ha reducido en los libros de Historia a un par de párrafos o, en el mejor de los casos, a una lección entera. Los personajes principales nos fueron presentados como pinceladas y lejos de una profundidad que sí encontramos en otros personajes históricos. Además, al no formar parte de la predominante cultura estadounidense, su interés se ve reducido y es menos común ver datos de esta historia en detrimento de los cientos de películas que nos cuentan los hechos relevantes sucedidos en Norteamérica.
A partir de esa premisa, Juan Eslava Galán recopiló, como afortunadamente tiene por costumbre hacer, datos absolutamente relevantes y trascendentes para presentarnos el origen, la germinación y el final del Comunismo de una forma (a mis ojos) brillante e interesante. Como curiosidad, he de decir que nuestro autor nos presenta al Comunismo como la última de las religiones monoteístas, de nuevo creo que con gran tino.
Rusia era un país colosal (para que nos hagamos una idea ocupaba una extensión en la que hubiesen entrado unas 45 Españas) y anclado en el pasado, con unas desigualdades tremendas (como dato curioso se podría decir que había esclavismo en Europa en el Siglo XIX en las relaciones entre terratenientes y agricultores) que sus dirigentes no supieron suprimir. Debido a ello, y a través de los años y diferentes hechos consumados y voluntades que no llegaron a realizarse, llegó el explosivo y sangriento modo en el que la forma de gobernar cambió para siempre.
La nueva ideología que se impuso en Rusia fue bien vista desde el exterior, como algo ideal que estaba muy lejos de ser real, y en ciertos ambientes sigue siendo así. Ademas, con el ascenso al poder de Stalin llegó un terror solo comparable (y seguramente, aunque no nos sea mostrado habitualmente así, superior) al de otro dictador con un bigotito un poco más estrecho.
Al igual que sucede en las religiones, la voluntad de los creyentes suele ser buena, y esa voluntad puede ser violentada por los dirigentes. Quizás es lo que sucedió desde el primer momento en una ideología que estaba pensada para cambiar el mundo.
Juan Eslava Galán nos aporta esta visión (acertadamente escéptica, como es habitual en él) de una de las revoluciones más célebres, y además nos va aderezando con su humor socarrón e irreverente con el que va minando la lectura con muchas sonrisas y alguna que otra carcajada. Ente hechos tremendamente duros e impactantes (como lo es la forma en la que fue eliminada la dinastía Romanov) y anécdotas que pueden resultarnos curiosas (como el período del admirado Lenin como profesor en una aldea) el autor va poniendo ladrillo a ladrillo hasta que construye el muro en el que se pintó la hoz y el martillo.
Si disfrutas de la Historia, probablemente disfrutes con la lectura de éste y de otros libros de un profesor con gran capacidad de divulgar conocimientos de una forma muy amena y, en mi caso, incluso diría que adictiva.